Divina Comedia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Divina Comedia

Dante Alighieri

Traducción: Celia Akram

 

 

 

© Plutón ediciones X, s. l., 2014

 

Primera Edición Digital: Enero 2017

 

Diseño de cubierta y maquetación: Saul Rojas

 

Edita: Plutón ediciones X, s. l.,

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I.S.B.N: 978-84-946372-1-6

 

 

 

Estudio Preliminar

 

Se trata de un enorme poema épico-alegórico (nada menos que 14.333, versos endecasílabos, distribuidos en cien cantos: treinta y cuatro para el Infierno, treinta y tres para el Purgatorio y treinta y tres para el Paraíso) escrito por el florentino Dante Alighieri (1265 – 1321) en el exilio. Iniciado quizás hacia 1304 y finalizado en 1321, poco antes de la muerte de su autor.

Reproducido en numerosos manuscritos, se imprimió por primera vez en 1472 y desde entonces ha conocido innumerables ediciones, tanto en su texto original italiano, como en sus numerosas traducciones a la mayoría de las lenguas del mundo, así como versiones en prosa para su mejor comprensión y amenidad lectora.

La obra en rigor carece de título, porque comedia en realidad, no es más que el subtítulo que indica al género literario a que pertenece, con un comienzo infausto y un final feliz. Fue Bocaccio el que le añadió el adjetivo de Divina por primera vez y no se generalizó hasta la edición veneciana de 1555.

Su estructura es sorprendente, matemática, cabalística. Tres personajes principales: Dante que simboliza al hombre; el poeta romano Virgilio, que representa la razón y su amada Beatriz, que encarna la fe. Tres partes: Infierno, Purgatorio y Paraíso. A su vez el Infierno se divide en nueve círculos, el Purgatorio en nueve partes y el Paraíso en nueve cielos. Además hay tres tipos de condenados en el Infierno, tres grupos de almas en el Purgatorio y tres clases de bienaventurados en el cielo. El tres es repetido hasta la saciedad como símbolo de la perfección y de la trinidad cristiana.

El contenido del poema, se trata de un tema frecuente en la literatura medieval: un viaje al mundo de ultratumba con precedentes en la tradición clásica (Odisea, Eneida) y relacionado también con la literatura escatológica (El Apocalipsis) y las visiones legendarias (Navegación de San Brandán, Purgatorio de San Patricio, etc.), abundantes sobre todo en el Norte de Europa y también, fuentes árabes (Libro de la Escala).

El poeta narra en primera persona una visión que se sitúa en la semana santa del año 1300, cuando él contaba con 35 años y “en la mitad del camino de la vida” (según propia expresión) se encontró extraviado en una selva oscura (la de los vicios humanos) y amedrentado por la amenaza de unas fieras que simbolizan los pecados capitales. Por intercesión de su amada Beatriz, que se halla en el Paraíso, acude en su ayuda el poeta Virgilio, considerado en la Edad Media como profeta (la sabiduría humana) que guía al poeta por el Infierno y Purgatorio hasta el Paraíso en el que el poeta purificado entra en él acompañado de su amada Beatriz, ya que Virgilio, por su condición de pagano queda relegado al Limbo. En el Paraíso, Beatriz y Dante se extasían ante la contemplación de la Santísima Trinidad, ayudados por la mística (San Bernardo).

Dante en su grandioso poema consiguió dar forma plástica a las ideas de Santo Tomás que cristianizó a Aristóteles. Sin embargo, la Divina Comedia no es una simple exposición de las ideas científicas del momento, ni de las doctrinas escolásticas del siglo XIII, sino una extraordinaria obra de arte en una de las lenguas románicas más musicales: el italiano (en su versión toscana). El autor emplea intensamente su fantasía imaginando ambientes y escenas dotadas de un atroz dramatismo en el Infierno, de una exquisita dulzura en el Purgatorio y de una resplandeciente belleza en el Paraíso, intentando reparar (ya lo había hecho en La Vida Nueva) el despecho por Beatriz (al haberse casado con otra, por imperativo paterno).

Pretensión que sirvió además a Dante para atacar implacablemente las bajas pasiones de su tiempo, las inútiles guerras de banderías desde las de su ciudad natal a las del resto del territorio italiano, la necia pugna por el Papado, el Imperio, pasiones que agranda (o no) en sus enemigos políticos a los que sin remisión, sitúa en el Infierno y al mismo tiempo para cantar con fervoroso entusiasmo el amor de Dios y los más nobles y puros impulsos del alma, personalizadas por él en la figura de Beatriz. Dante sintió ambas cosas con tanta fuerza que su obra se halla llena de la más viva emoción. Su poema es comparado con una catedral gótica por su grandeza y elevación espiritual.

La obra plantea conflictos eternos: la lucha entre la fe y la razón; la pugna entre la nada y la inmortalidad; la diatriba entre la predestinación y el libre albedrío; habla de la influencia de los astros y de la capacidad del ser humano, gracias a su inteligencia de sobreponerse a su destino. Temas todos que comenzaban a aflorar en el pensamiento bajomedieval y que anunciaban ya la eclosión del Renacimiento.

En la maestría con que Dante combina estos elementos radica el éxito de la obra, pero también en el dominio del lenguaje. Dante es un maestro capaz de transmitir con tremenda fuerza expresiva, tanto más abyecto, como lo más admirable. Por todo ello, la Divina Comedia está considerada la obra maestra de la literatura italiana y una de las cumbres de la universal. Y su autor uno de los vértices de la tríada magistral con Petrarca y Bocaccio.

Durante su viaje a las regiones de ultratumba, en los distintos círculos que componen cada reino Dante coloca a figuras sobresalientes de su tiempo y de todas la épocas, y las juzga a la luz de la filosofía y de la moral cristianas, las condena o las exalta. Pero jamás se muestra ajeno al dolor y a la desgracia de los condenados.

Reyes, Papas, emperadores, guerreros, políticos, mujeres, figuras míticas… Dante los sitúa en inmensos frescos (como hicieron ilustradores y pintores de todos los tiempos y países): sombrío y trágico el Infierno, en el que se castigan los delitos y vicios de la humanidad; sereno y tierno el segundo, mostrando cómo a través del dolor y de la purificación se nos prepara a la contemplación de Dios, que culmina en el tercer reino resplandeciente de luz y de gloria.

El mundo al que la Divina Comedia nos transporta es visible a los ojos de la imaginación y la fe. No está poblado de sombras metafísicas, sino de realidades humanas y sobrenaturales, pero igualmente vivas y concretas: toda una mitología popular creada antes del poeta, responde de sus más audaces invenciones, una filosofía que en sus últimas conclusiones, había llegado a ser también popular, se viste en sus versos de músculo y de sangre; su Infierno en trasunto de la tierra tuvo Dante, además de la superioridad del genio, la superioridad del argumento, que es a un tiempo humano y divino, por eso dijo que “en su obra pusieron mano cielo y tierra”.

El Infierno, la parte más accesible, “entretenida” y estremecedora se halla dedicado a la Política, en él da desahogo el poeta a sus odios y preferencias partidistas. El Purgatorio es un canto sublime al amor puro que ensalza la figura de Beatriz por encima de las estrellas hasta colocarla entre los ángeles del Señor. El Paraíso con sus resplandores de hoguera, se haya consagrado a la Teología, el conocimiento de la Divina Comedia.