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Al primer click

Anna Pólux

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Primera edición: julio de 2020

© Anna Pólux, 2020

© Letras Raras Ediciones, S. L. U., 2020

© Mara Saturio, ilustración de la portada, 2020

LES Editorial pertenece a Letras Raras Ediciones, S. L. U.

www.leseditorial.com

info@leseditorial.com

eISBN: 978-84-17829-25-4

IBIC: FA, FP, FRD

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com).

A todas esas personas a las que les hace ilusión
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.

Tabla de contenidos

1 Click

2 Un capuchino moka, por favor

3 Jamie, Josie… Jessie

4 Perdona… ¿nos conocemos?

5 Un Barry Walker

6 Así lo hacen las Stevens

7 Nebulosa Ojo de Gato

8 Nadie es perfecto

9 El cristal con que se mira

10 Un zumo por compasión

11 Su compañera de piso

12 Hubble88

13 Una cena y punto

14 Por primera vez

15 Cinco mil años luz

16 Diez mil novecientas noventa y nueve estrellas fugaces

17 Un jodido despertador

18 Beso o bofetada

19 Perfectas imperfecciones

20 Samosa por samosa

21 Patéticas amenazas

22 Pon una piscis en tu vida

23 Lo fuerte que abraza

24 Nunca ha follado en los baños de un bar

Agradecimientos

Autora

1

Click

2 de enero de 2017

Bienvenida a Click, Alison Carter.

Tu perfil ha sido creado satisfactoriamente y está listo para ser usado. Ya puedes acceder a los perfiles del resto de usuarios y el resto de los usuarios pueden acceder a tu perfil.

Nombre: Alison_89.

Edad: 27.

Localización: Seattle, Washington (EE. UU.).

Algunos datos sobre mí: Me llamo Alison, me encanta cocinar, patinar, ir a bailar, la astronomía, casi todo tipo de música y relajarme por las noches viendo películas antiguas en el sofá. Es la primera vez que utilizo una de estas aplicaciones y no sé qué es lo que espero encontrar, alguien con quien hacer click, supongo. No soy buena resumiendo, así que si quieres saber más sobre mí, tendrás que hacer click en mi perfil.

Libros, películas, música: Me gustan las novelas románticas. Mis películas favoritas son Con faldas y a lo loco y Casablanca, no me cansaría nunca de verlas. Me gusta todo tipo de música, pero debo admitir que tengo debilidad por el pop-rock.

Busco: Chicas lesbianas/bisexuales. Que vivan en Seattle o cerca de Seattle. Solteras.

Edades: 24-31.

3 de enero de 2017

Liz_Wilson ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Permiso denegado.

ShainaRt ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Permiso denegado.

Trish-L ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Click.

TRISH-L: Me encanta tu foto de perfil. Tienes unos ojos preciosos.

ALISON_89: Curiosa forma de saludar.

TRISH-L: Hola, Alison, tus labios son increíbles.

ALISON_89: Si tu único tema de conversación va a ser mi cara, creo que estamos perdiendo el tiempo.

TRISH-L: Puedo hablar de otras cosas tuyas que también me gustan…

ALISON_89: Voy a tener que retirarte mi click, Trish-L, pero gracias por interesarte.

4 de enero de 2017

Cassie92 ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Permiso denegado.

Juls-89 ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Click.

JULS-89: Hola, preciosa.

ALISON_89: Hola, Juls-89.

JULS-89: Estoy cachonda, ¿tienes plan para esta noche?

ALISON_89: Pues me acaba de salir uno.

JULS-89: ¿En serio?

ALISON_89: Sí, retirarte mi click. Me ha surgido de repente, lo siento.

JULS-89: Inesperado y desfavorable…

ALISON_89: ¿Inesperado? ¿De verdad?

JULS-89: Vale… desfavorable a secas.

ALISON_89: Hasta luego, Juls-89. Gracias por interesarte.

6 de enero de 2017

Joanna7_7 ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Permiso denegado.

Jess_92 ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Click.

Nombre: Jess_92.

Edad: 24.

Localización: Seattle, Washington (EE. UU.).

Compatibilidad: 87 %.

Algunos datos sobre mí: Soy Jessie, me encanta leer, el cine clásico y hacer deporte (recientemente he participado en una competición de triatlón). Soy adicta al té por las mañanas y a la comida italiana. Busco a alguien con quien compartir intereses y que me ayude a descubrir otros nuevos.

Libros, películas, música: Me gustan todo tipo de libros: novela negra, romántica, ciencia ficción, histórica… Cine de Hollywood de los años 40-50: Billy Wilder, George Cukor… Grupos favoritos: Frankie Goes to Hollywood, Smash Mouth, Blondie, October Project…

Busco: Chicas a las que les gusten las chicas. De Seattle o alrededores. Solteras.

Edades: 20-30.

JESS_92: Hola, Alison_89, me llamo Jessie y me ha llamado mucho la atención tu perfil.

ALISON_89: Hola, Jessie, el tuyo tampoco está mal. Competidora en triatlón, es impresionante.

JESS_92: Lo pongo como reclamo, pero en realidad quedé la última.

ALISON_89: Eso es menos impresionante.

JESS_92: Puede, pero he conseguido que aceptaras hablar conmigo y te he impresionado con mi sinceridad, seguro.

ALISON_89: Seguro.

JESS_92: Eres la primera chica que acepta mi perfil.

ALISON_89: No me lo creo.

JESS_92: Lo reformularé: eres la primera chica a quien he dado click.

ALISON_89: Una de una, no está nada mal.

JESS_92: Y vuelvo a impresionarte, se está convirtiendo en una costumbre.

ALISON_89: No te acomodes, suele ir a rachas.

JESS_92: ¿Es verdad que es tu primera vez en una aplicación de este tipo?

ALISON_89: Es verdad, y tú no llevarás mucho si soy la primera a la que das click.

JESS_92: En Click llevo un par de días, pero he probado otras.

ALISON_89: Y que hayas tenido que registrarte en esta me hace dudar de su fiabilidad.

JESS_92: No pierdas la fe, Alison_89, no puede ser tan difícil.

ALISON_89: ¿La verdad? Empiezo a dudarlo. ¿Con cuántas chicas habrás hablado ya?

JESS_92: No lo sé, ¿millones?

ALISON_89: Admiro tu optimismo y tu tendencia a la exageración. Millones son muchos fracasos.

JESS_92: Puede, pero, aun así, les tenemos ventaja.

ALISON_89: ¿Por qué?

JESS_92: Porque solo nos hace falta que haga click una vez.

(…)

7 de enero de 2017

LoreK ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Permiso denegado.

Becky89 ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Permiso denegado.

Vivy-Ok ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Permiso denegado.

JESS_92: ¿Te ha hecho click ya?

ALISON_89: No he tenido mucho tiempo.

ALISON_89: Desde que dejamos de hablar ayer a altas horas de la madrugada, solo he dormido.

JESS_92: Sí, se nos fue un poco de las manos. ¿Al menos has dormido bien?

ALISON_89: A medias, mi compañera de piso y su amante ocasional me lo han puesto difícil.

JESS_92: Malditos amantes ocasionales.

ALISON_89: ¿Qué tal has dormido tú?

JESS_92: A medias, mi compañera de habitación y su apnea obstructiva del sueño me lo han puesto difícil.

ALISON_89: ¿Tienes compañera de habitación?

JESS_92: Para el resto del semestre.

ALISON_89: ¿Qué estudias?

JESS_92: Tengo la licenciatura de Biblioteconomía y Documentación.

JESS_92: Y ahora estoy haciendo un máster en Bibliotecas y Servicios de Información Digital.

ALISON_89: O sea, que eres un ratón de biblioteca.

JESS_92: Que sepas que no nos afecta que nos llaméis así, de hecho, es un honor.

ALISON_89: Lo sé, estuve a punto de estudiar lo mismo.

JESS_92: Y si no eres un ratón de biblioteca… ¿qué eres?

ALISON_89: Estudié Historia del Arte y trabajo en un museo.

JESS_92: Un ratón de museo. Especies diferentes, pero compatibles.

ALISON_89: ¿Estudias aquí en Seattle?

JESS_92: No, el máster es en la UCLA.

ALISON_89: Así que estás en California.

JESS_92: Hasta principios de julio.

ALISON_89: ¿Y cómo es? Siempre he querido ir.

JESS_92: Mucho sol, mucho calor y muchas chicas guapas en bikini. Te gustaría.

ALISON_89: ¿Crees que soy así de superficial?

JESS_92: No, creo que eres gay.

JESS_92: Y he quedado con unos compañeros de clase, para organizarnos las prácticas. Así que tendremos que seguir hablando de esto en otro momento.

ALISON_89: Reunión de ratones de biblioteca.

JESS_92: Búrlate todo lo que quieras. Son un desfase.

ALISON_89: Casi me estás dando envidia.

JESS_92: Debería, tenemos el mejor queso.

(…)

28 de enero de 2017

Misha.Ok ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Permiso denegado.

ALISON_89: ¿Qué tal las clases hoy? ¿Interesantes?

JESS_92: Y agotadoras. ¿Qué tal tú en el museo? ¿Has conseguido colar esa idea para la exposición?

ALISON_89: Casi.

JESS_92: Deberías estar orgullosa de que te la hayan rechazado.

ALISON_89: ¿Perdona?

JESS_92: Eres una adelantada a tu tiempo, como todos los grandes.

JESS_92: La humanidad aún no está preparada para tu genialidad.

ALISON_89: Reconocimiento póstumo, el gran sueño americano.

JESS_92: Los hijos de tus hijos estarán muy orgullosos.

ALISON_89: Tienes una forma muy rara de animar a la gente.

JESS_92: Extrañamente reconfortante, ¿verdad?

ALISON_89: Sobre todo extraña.

JESS_92: Incomprensión. Esperaré mi reconocimiento póstumo.

JESS_92: ¿Hoy también te has preparado algo enrevesadamente elaborado para cenar?

ALISON_89: Sí, he pedido un menú al Blue C. Sushi.

JESS_92: Es la cuarta vez desde que hablamos. Debes de ser de sus mejores clientes.

ALISON_89: Dentro del top 10, seguro. ¿Qué vas a cenar tú?

JESS_92: Ya he cenado, una hamburguesa con unos compañeros del máster.

JESS_92: Menos sano, pero más occidental.

ALISON_89: Conseguiré que pruebes el sushi y te encantará, lo sé.

JESS_92: Una chica ambiciosa.

ALISON_89: En parte, y el encanto del nigiri hará el resto.

JESS_92: No suelo comer cosas que no sé pronunciar.

ALISON_89: Pues en vez de pasar de ellas, aprende a pronunciarlas.

JESS_92: Interesante aproximación alternativa al problema.

JESS_92: Tu reconocimiento póstumo va a ser brutal.

25 de febrero de 2017

Pam_C ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Permiso denegado.

ALISON_89: Noche intensa en el Trinity, la hora feliz ha sido demasiado feliz para Gail.

JESS_92: Define «demasiado».

ALISON_89: Se ha enrollado con la figura de cartón del tío con tanga que anuncia la hora feliz.

JESS_92: ¿Por lo menos estaba bueno?

ALISON_89: No estaba mal, moreno y musculado.

JESS_92: ¿Y el señor musculitos le ha dado su número de teléfono?

ALISON_89: La verdad es que no.

JESS_92: Hombres…

ALISON_89: Pero ella le ha apuntado el suyo en el pectoral izquierdo.

ALISON_89: Así que no pierdo la esperanza.

JESS_92: Buena noche para Gail, ¿qué tal la tuya? ¿Demasiado feliz?

ALISON_89: Moderadamente.

JESS_92: ¿Nada más? Seguro que había muchas más figuras de cartón para ti…

ALISON_89: Algunas, pero no eran mi tipo.

JESS_92: Su pérdida, mi ganancia.

ALISON_89: ¿Qué estás haciendo despierta tan tarde? Mañana madrugas.

JESS_92: «Anoche soñé que volvía a Manderley» y Robin sigue roncando.

ALISON_89: Así que la culpa de tu insomnio la tienen Hitchcock y tu compañera de cuarto.

JESS_92: Hitchcock, mi compañera de cuarto y tú.

ALISON_89: ¿Yo?

JESS_92: Tu vida es demasiado interesante.

ALISON_89: O la tuya un poco aburrida.

JESS_92: Tu habilidad de cambio de perspectiva sigue sorprendiéndome como el primer día.

ALISON_89: Me gustaría deleitarle con otros pasajes de mi apasionada existencia, pero estoy agotada.

ALISON_89: Avísame mañana cuando vuelvas del día fuera con los ratones de biblioteca.

JESS_92: Mi vida también te parece interesante, admítelo.

ALISON_89: Lo admito. Los roedores siempre me han fascinado.

JESS_92: Lo sabía.

17 de marzo de 2017

Pam_C ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Permiso denegado.

Sonya.88 ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Permiso denegado.

Fiona-H2 ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Permiso denegado.

Gina_28 ha dado click en tu perfil, ¿permitir iniciar conversación? Permiso denegado.

ALISON_89: Sé que estás fuera, bebiendo cervezas con sabor a queso, seguramente.

ALISON_89: Pero he pensado que, a lo mejor, si quieres, podríamos pasarnos a WhatsApp.

JESS_92: Interesante forma de pedirme el número de teléfono. ¿Sigues despierta?

ALISON_89: «Nadie es perfecto» y Gail y su amante ocasional.

JESS_92: Así que la culpa de que sigas despierta es de Billy Wilder y de tu compañera de piso.

ALISON_89: Y tuya, tu vida es demasiado interesante.

ALISON_89: ¿Qué tal ha ido tu noche?

JESS_92: Ha estado bien.

ALISON_89: ¿Alguna congénere interesante?

JESS_92: Bastantes, pero no eran mi tipo.

ALISON_89: Su pérdida, mi ganancia.

JESS_92: Y la mía si quieres mi número de teléfono.

ALISON_89: Me canso de denegar perfiles, es más fácil eliminar el mío.

JESS_92: Culpa tuya y de esas fotos.

ALISON_89: Mira quién habla. Seguro que tú también estás cansada de denegar perfiles.

JESS_92: O de aceptarlos.

ALISON_89: No tiene gracia.

JESS_92: ¿Por qué no?

ALISON_89: Porque quiero tu número de teléfono.

JESS_92: No sé si es buena idea.

ALISON_89: ¿Por qué no?

JESS_92: Porque yo también quiero el tuyo.

ALISON_89: Es bastante conveniente.

JESS_92: Es pasar a otro nivel.

ALISON_89: Creía que ese era el objetivo, ¿cuál es el problema?

JESS_92: ¿Y si en alguno de esos niveles dejamos de parecernos tan interesantes?

ALISON_89: Tendremos que saberlo tarde o temprano.

30 de marzo de 2017

«Jessie»

En línea

ALISON: Llevamos medio mes hablando por WhatsApp a todas horas.

ALISON: Y sigues pareciéndome igual de interesante.

JESSIE: Ha sido arriesgado, pero ha salido bien.

JESSIE: Aunque básicamente sigue siendo lo mismo.

ALISON: Entonces demos el paso siguiente.

JESSIE: Y ese paso es…

ALISON: Quiero escuchar tu voz.

JESSIE: Mi voz…

ALISON: Sí, tu voz. ¿Tú no tienes curiosidad por escuchar la mía?

JESSIE: Me muero por saber cómo es.

ALISON: Tenemos un trato.

JESSIE: He dicho que me muero por oír la tuya, no que me muera por que tú oigas la mía.

ALISON: Jessie, todo lo que sé de ti hasta ahora me gusta mucho.

JESSIE: Y quiero que siga siendo así.

ALISON: Estoy segura al noventa y nueve por ciento de que va a seguir siendo así.

JESSIE: Pero ese uno por ciento acabaría siendo el cien por cien para mí.

ALISON: ¿Por qué te da tanto miedo?

JESSIE: Porque todo lo que sé de ti me gusta demasiado.

ALISON: De acuerdo, haremos una cosa, voy a mandarte una nota de voz.

ALISON: Y cuando tú estés preparada me envías la tuya.

JESSIE: ¿Me das ventaja?

ALISON: Si es la única forma de que juegues, sí.

ALISON (nota de voz): Hola, Jessie, Gail dice que no quieres que oiga tu voz porque en realidad eres un tío. (Voz de Gail) Y como seas un tío, voy a cortarte los huevos. (Voz de Alison) No le hagas caso, sé que no eres un tío, así que tómate tu tiempo.

JESSIE (nota de voz): Ahora lo que sé de ti me gusta un poco más.

JESSIE: Normalmente no sueno tan nerviosa.

ALISON: Ya puedes olvidarte de ese uno por ciento.

16 de abril de 2017

«Jessie»

En línea

JESSIE: Poner ochos con nueve debería estar penado legalmente.

ALISON: Totalmente de acuerdo.

JESSIE: ¿Qué clase de persona pone un ocho con nueve?

ALISON: ¿En general? Gente que necesita un buen polvo.

ALISON: ¿En particular? Tu profesora de Tecnologías de Marcado para Textos Digitales.

JESSIE: ¿Insinúas que la señorita Millers está frustrada sexualmente?

ALISON: Yo no he dicho eso.

JESSIE: Tu silogismo lo sugiere.

ALISON: ¿Y qué sugieres tú?

JESSIE: Que está demasiado buena, te falla la deducción.

ALISON: ¿Cuando vas a clase atiendes o te limitas a babear el suelo?

JESSIE: Ambas.

JESSIE: ¿Celosa?

ALISON: ¿Te pasas el día hablando por WhatsApp con la señorita Millers?

JESSIE: La verdad es que no.

JESSIE: No acostumbra a facilitar su número personal a los alumnos.

ALISON: Entonces, a lo mejor, la que debería estar celosa es ella.

JESSIE: A lo mejor.

ALISON: Quiero hablar contigo.

JESSIE: Me pregunto qué es lo que llevamos haciendo los últimos tres meses.

ALISON: Tonta. Quiero llamarte por teléfono.

JESSIE: Un pequeño paso para el hombre…

ALISON: Ya nos hemos mandado millones de notas de voz.

JESSIE: Sí, pero en directo será difícil borrar las tonterías una vez que salgan.

ALISON: Ahora quiero llamarte por teléfono aún más.

ALISON: Vamos, Jessie. Sé que tú también te mueres por hablar conmigo…

17 de abril de 2017

«Jessie»

En línea

ALISON: Dios, me encanta tu voz.

ALISON: ¿Podemos volver a hablar esta noche?

JESSIE: Apenas hemos dormido tres horas hoy.

JESSIE: Te quedarás dormida.

ALISON: Tu voz me hace muchas cosas.

ALISON: Pero no me da sueño.

JESSIE: Ufff… es la primera vez que eres tan lanzada.

ALISON: Llevo pensándolo desde la primera nota de voz.

ALISON: Quizás «lanzada» no es la palabra.

ALISON: … ahora es cuando tú dices algo.

ALISON: Algo como que no soy idiota por sentirme así.

ALISON: O que al menos no soy la única idiota que se siente así.

JESSIE: Tu voz me hace muchas cosas y creo que todo esto se me está yendo de las manos.

ALISON: ¿En qué sentido?

JESSIE: No puedo dejar de pensar en ti.

ALISON: ¿Ni siquiera durante las clases con sexi-Millers?

JESSIE: Pienso en las dos y es el doble de sexi.

ALISON: ¿Te asusta sentirte así?

JESSIE: Me asusta que salga mal.

ALISON: De momento creo que va muy bien, Jess.

JESSIE: Quedan muchos pasos que dar.

ALISON: No tengo prisa por darlos.

ALISON: No quiero que te agobies, solo nos estamos conociendo.

ALISON: Sin presiones.

20 de mayo de 2017

«Jessie»

En línea

ALISON: Sé que es tarde, ¿estás despierta?

JESSIE: Ahora sí.

ALISON: Lo siento, acabamos de volver del Trinity.

JESSIE: Espero que haya pasado algo extremadamente interesante.

ALISON: Una chica me ha entrado mientras bailaba con Gail y un par de amigas.

JESSIE: ¿Solo una?

ALISON: Nos hemos besado.

JESSIE: Vaya… no me lo esperaba.

JESSIE: No pasa nada, es normal… tú y yo no somos…

JESSIE: Ni siquiera nos conocemos en persona.

ALISON: No he podido dejar de pensar en ti, Jess.

ALISON: Durante todo el rato.

JESSIE: Alison…

ALISON (nota de voz): En tus ojos, son increíblemente verdes, y en tus labios… joder, Jess, me he puesto el doble de cachonda pensando que esa chica eras tú. Dime que tu compañera de habitación se ha ido este fin de semana.

JESSIE: Alison… no sé si deberíamos.

ALISON: Dios, soy una imbécil… perdona, te he despertado de madrugada.

JESSIE: No eres imbécil, no es eso.

ALISON: No hace falta que me des explicaciones…

JESSIE: Me muero por llamarte ahora mismo.

21 de mayo de 2017

«Jessie»

En línea

ALISON: Buenos días.

JESSIE: Buenos días.

ALISON: ¿Qué tal te has despertado?

JESSIE: Mejor que en mucho tiempo.

JESSIE: ¿Qué tal te has despertado tú?

ALISON: Mejor que en mucho tiempo.

ALISON: ¿Estás bien?

ALISON: Tenía tantas ganas y tanto alcohol en sangre que me lancé sin más.

ALISON: No quiero que te agobies.

JESSIE: Lo de ayer no me agobió precisamente.

JESSIE: Pero pasaste de follar con una chica de verdad por sexo telefónico con un par de fotografías.

JESSIE: ¿No te agobia a ti?

ALISON: Pasé de sexo con una desconocida por otro tipo de sexo contigo.

ALISON: Eso no me agobia.

ALISON: Y lo pasé muy bien anoche, tienes una voz muy sexi.

JESSIE: Toda tú eres sexi.

ALISON: Tengo muchas ganas de poder verte.

JESSIE: Así que Skype es el siguiente paso, ¿verdad?

ALISON: Tengo muchas ganas de verte cara a cara.

ALISON: No quiero ver tus ojos por primera vez en una pantalla.

ALISON: ¿Cuándo vuelves?

JESSIE: En seis semanas, a principios de julio.

JESSIE: ¿Quieres saltarte ese nivel?

ALISON: Quiero ver ese verde en directo, seguro que impacta mucho más.

JESSIE: Buf… eso me pone más nerviosa aún.

ALISON: Aún quedan seis semanas, pensemos en otras cosas.

ALISON: ¿Lo pasaste bien anoche?

JESSIE: ¿Tienes que preguntármelo?

ALISON: Por lo que escuché creo que te lo pasaste muy muy bien.

ALISON: Pero necesito confirmación.

JESSIE: Lo pasé muy muy bien, Alison.

ALISON: Hemos dado varios pasos y sigues gustándome al cien por cien.

JESSIE: Eso es un trece por ciento más que la compatibilidad de nuestros perfiles.

ALISON: A veces un ochenta y siete por ciento puede ser un cien por cien.

14 de junio de 2017

«Jessie»

En línea

ALISON: ¿Dónde quieres que nos veamos?

JESSIE: Aún faltan tres semanas.

ALISON: Dos y media.

ALISON: Y tengo muchísimas ganas de verte.

JESSIE: Se nota.

ALISON: Si te lo estás replanteando puedes decírmelo, Jess.

ALISON: ¿Te lo estás replanteando?

JESSIE: Claro que no.

JESSIE: Podríamos quedar para cenar en el Blue C. Sushi.

JESSIE: He oído que es bueno. Lo he oído mucho, de hecho.

ALISON: Y has oído bien.

ALISON: Llegas en sábado, pero supongo que querrás ver a tus padres.

JESSIE: Quiero verte a ti, te invito a cenar.

ALISON: Ahora soy yo la que está nerviosa.

2

Un capuchino moka, por favor

Tenía a Jessie en el altavoz del móvil y a Lady Gaga advirtiéndole que «ese chico era un monstruo» a media voz, en plan profecía, directa desde las profundidades de su iPod. La combinación perfecta de los viernes por la noche mientras se preparaba para salir con Gail.

Irían al Trinity, seguro. Su amiga le había cogido cariño al local y no paraba de repetir que allí había buena mercancía y, aunque a ella aquel género no la convencía demasiado, ponían buena música y el sitio era agradable. En esos momentos de su vida no buscaba nada más, de modo que se dejaba arrastrar por la costumbre: tomaba un par de copas, bailaba hasta cansarse con sus amigas y después regresaba a casa, deseando contárselo a ella.

Abrió ligeramente la boca, sentada frente al pequeño espejo de aumento que utilizaba para maquillarse, y comenzó a pintarse la raya del ojo. Un pulso envidiable, Carter, con ella el mundo había perdido a una gran neurocirujana. Observó el iris azulado que le devolvía la mirada, rebotada en la superficie del espejo, y, automáticamente, pensó en otro mucho más verde. Uno que se moría por ver en vivo y en directo, porque había repasado tantas veces las fotografías de Jessie que se lo sabía de memoria, pero seguro que sin apenas distancia se apreciaban más matices.

Y es que llevaba casi seis meses soñando con su mirada. Prácticamente desde la noche en que aquella aplicación de ligues le puso su foto de perfil delante de las narices, como sirviéndosela en bandeja: una especie de «deja de buscar, que la tienes aquí». Al principio lo tomó con bastante cautela y después bajó la guardia por completo, animada por noches enteras hablando con Jessie. Dejándose llevar. Y es que era increíblemente guapa e increíble a secas. Gail la había registrado en Click para que conociera a gente distinta, uno de sus buenos propósitos de Año Nuevo, pero había dejado de buscar casi en cuanto la encontró a ella.

—¿Raya del ojo o rímel? —escuchó su voz a través del altavoz del móvil y sonrió.

Raya.

Gail estaría a punto de entrar a meterle prisa, mucha prisa. No llegar al inicio de la happy hour era inadmisible para su compañera de piso.

Demasiado callada para que fuera cualquier otra cosa.

—¿Tú ya has terminado?

Más o menos por la mitad de Perfect Illusion.

—De eso hace por lo menos tres o cuatro canciones.

No paro de impresionarte, ¿verdad?

Joder, le gustaba tanto oírla alardear de aquella manera que le dieron ganas de besar el teléfono. Pero no lo hizo. No. Porque quedaría bastante patético si Gail entrara en mitad de su arrebato pasional y la pillaba chuperreteando la pantalla.

Contente, Carter, que ya queda menos.

Dos semanas exactas, ni un día más ni un día menos, y se moría por que llegase el momento de poder besarla de verdad. Se conocía sus labios al milímetro, como sus ojos y la totalidad de aquellas facciones tan perfectas. Sabía que era hija única, con buena relación con sus padres, a su mejor amiga la conocía desde el primer año de preescolar y le había contado su infancia y las crisis de su adolescencia. Estaba al tanto de sus experiencias en época universitaria y de las cosas que le gustaba hacer cuando estaba triste, lo que la enfadaba y a qué le tenía miedo, le hacían gracia algunos dibujos animados y a ella su risa le sonaba a mariposas en la barriga, igual que su voz.

Mierda, es que le volvía loca aquella voz.

Así que sí, la teoría se la sabía de memoria, llevaban repasándola casi seis meses y, durante ese tiempo, en algún punto indeterminado del camino había entrado en juego algo más. Aquella sensación de intimidad en cada una de sus conversaciones, porque a Jessie le había contado cosas que no sabía nadie más, y la forma en que su interior al completo se revolvía inquieto ante su voz al otro lado del teléfono cuando hablaban por las noches antes de dormir. Tenía la sensación de conocerla mejor que a nadie en el mundo, pero no la había visto nunca. Extraño. Debería echarle la culpa a Gail y a su brillante idea de registrarla en Click, pero, en vez de eso, improvisaba y le daba las gracias.

—¿Vas a portarte bien esta noche?

Se lo preguntó mientras se aplicaba el rímel con la necesidad implícita de escuchar un «sabes que sí», porque su relación había evolucionado de esa forma. Aunque en teoría pactaron que, hasta que supieran a dónde les llevaba todo aquello, tenían libertad total para hacer lo que quisieran, cuando quisieran y con quien les diera la gana, en la práctica ella se moría por dentro de una forma bastante dolorosa cada vez que pensaba en la posibilidad de que Jessie se fijara en otra chica.

¿Alguna vez me he portado mal? —quiso saber desde el otro lado del teléfono. Desde California.

—No. Aunque podrías.

Contestó con el corazón ligeramente acelerado y en busca de un «pero no quiero» que le hiciera compañía al suyo.

No me apetece. —Suficiente, así que sonrió como una adolescente, de las más tontas—. ¿Al final te has puesto el vestido o los pantalones?

—Vestido.

Lo dices para calentarme, seguro que aún llevas puesta esa camiseta andrajosa y los pantalones de Mickey Mouse.

Suprimió una sonrisa, porque podría ser verdad, pero no lo era. Tomó el teléfono móvil y le envió un selfi, adoptando la pose más sexi que pudo, esforzándose al máximo, por si a la chica le daba por comparar aquella noche.

Bufff…

Un cumplido escueto, pero de los mejores, sobre todo si lo decía con tanto sentimiento.

—Bufff… —la imitó con media sonrisa mientras recogía el maquillaje—. ¿Para mí no hay nada?

¿Que esté a la altura? Lo siento, pero no.

—Me da igual cuánto mida, no soy exigente y el tamaño no importa.

Escuchó su risa al colocar el maletín de maquillaje en lo alto de la estantería y se peinó el pelo frente al espejo de cuerpo entero que tenía colgado junto a la puerta. Lista para salir. El sonido de una notificación la impulsó a asomarse a la pantalla del móvil y, para no estar a la altura, lo estaba bastante. La había visto con esa chaqueta verde en otras fotografías, pero seguía impresionándole lo bien que le quedaba cada vez. Aquella mirada. Sonrió mordiéndose el labio inferior mientras admiraba su imagen, porque a ella también le daban ganas de decir «Bufff…» unas cuantas veces seguidas. Y se puso nerviosa de repente, últimamente le pasaba con mucha frecuencia.

Dos semanas.

Tiene las dimensiones perfectas.

La puerta de su habitación se abrió de repente y le dio un susto de muerte, aunque ya debería estar acostumbrada. Cuando tenía prisa, a Gail las normas de convivencia «se la sudaban bastante», como tan amablemente le había repetido en más de una ocasión, así que se las saltaba con toda la cara del mundo y sin temor a las consecuencias.

—¡Mierda, Gail! —exclamó llevándose al pecho la mano que no sujetaba el teléfono móvil.

—Esa boca, Carter. Deja de jugar al Jessie-Crush y vámonos, que la happy hour empieza en tres, dos, uno. Jess, dile «vodka con soda a un dólar, adiós y diviértete».

Eso último lo dijo acercándose al teléfono y ella la empujó medio divertida medio indignada por las confianzas y alejó el móvil de su amiga todo lo que pudo. Desactivó el altavoz y se lo llevó a la oreja para poder despedirse de Jessie con un mínimo de intimidad.

—Lo siento, pero creo que si no nos vamos ya va a empezar a beberse mis colonias.

Vodka con soda a un dólar, adiós y diviértete.

Sonrió de espaldas a Gail, siempre de espaldas a Gail, porque si lo hacía de frente, la morena negaba con la cabeza en plan «qué pena me das» y le repateaba un poco las tripas.

—Pásatelo bien tú también. Avísame cuando vuelvas, ¿vale?

Colgó y se giró hacia su amiga, que se retocaba el pintalabios con el dedo frente a su espejo, y le pegó un manotazo en el brazo que provocó sus protestas.

—Una de estas veces vas a entrar sin llamar y te vas a encontrar con cosas que no quieres ver, créeme.

—Otra vez. Me encantó la postura, por cierto. Brook era muy sexi —añadió refiriéndose a su exnovia.

—Cállate —dijo empujándola hacia la salida de la casa—. Mírala y dime que no es la chica más guapa que has visto en tu vida.

La retó enseñándole la foto que Jessie acababa de mandarle, mientras que ambas esperaban que llegase el ascensor. Su amiga le quitó el teléfono de las manos y observó la instantánea.

—Menudo polvazo tiene. Esconde algo —sentenció devolviéndole el móvil cuando entraba en el ascensor.

Joder, ya estaba con lo mismo otra vez. Se lo repetía mínimo una vez al día, había estado a punto de decirle que le grabara una nota de voz y así se ahorraba el esfuerzo. La siguió al interior del aparato y miró la foto una última vez antes de guardarse el móvil en el bolso.

—¿Por qué tendría que esconder algo?

Y lo preguntó un poco molesta con su amiga, pero sobre todo con ella misma, porque, perfectamente entremezclado con los nervios y las ganas de aquel primer encuentro con Jessie, muy en el fondo y haciendo bulto en un rincón, se encontraba con la semilla de aquella misma duda cada vez que pensaba demasiado.

—Porque podría haberse pasado estos meses follando con media California y en vez de eso se los ha pasado contándote secretitos al oído, Carter, no me jodas.

—A lo mejor no le gusta follar tanto como a ti.

—A lo mejor no le gusta follar y punto. Puede que ese sea su secreto: la asexualidad es una realidad hoy en día —indicó mientras cruzaban el portal—. Hasta un uno por ciento de la población general, lo leí la semana pasada en Vanity Fair. Y no creo que tú pudieras soportarlo.

—Sí que le gusta follar —desechó aquella posibilidad cuando salían a la calle—. Y el sexo telefónico lo hace de puta madre.

—Algo he oído, sí.

Ella se cruzó de brazos y dejó que Gail se encargara de parar un taxi, porque cada vez que le sacaba aquel tema, se sentía bastante mal de forma significativa. Se sentía como una idiota por estar tan colada por alguien a quien ni siquiera conocía, o peor, por alguien a quien conocía del todo sin haberla visto nunca. Vulnerable. Porque se moría cada vez que Jessie le susurraba cosas por teléfono y sus gemidos al otro lado de la línea habían monopolizado su repertorio de material erótico para ocasiones especiales.

—Joder, Alison, lo siento —escuchó a su amiga a su lado, mientras que ella perdía la vista por la ventanilla del taxi que las llevaba al Trinity—. No quiero que te hagan daño.

Se lo confesó acariciándole el brazo como llamada de atención. Un silencioso «mírame, anda».

—Si tan poco te fías de conocer gente así, no entiendo que tu perfil sea uno de los más activos en Click —indicó volviéndose hacia ella.

—Es una buena forma de conocer gente, Alison, no es una buena forma de enamorarse de gente. Los conoces, te gustan, quedas con ellos y ves lo que hay.

—La he conocido, me ha gustado y voy a quedar con ella.

Repasó aquellos pasos. A su modo de ver, de momento los estaba cumpliendo todos, aunque en alguno de ellos hubiera ido más lejos de lo recomendado.

—Y en cuanto lo hagas, verás lo que hay…

Aquel «verás lo que hay» le chirrió bastante, como un mal augurio buscando refugio bajo su piel, porque se le metió dentro y su cuerpo le dio la bienvenida con un escalofrío. Perdió de nuevo la vista por la ventanilla, viendo las calles pasar, y se repitió a sí misma que Gail no tenía ni idea. La morena no se había pasado cinco meses enteros conociendo a Jessie, hablando con ella a diario y comentando películas antiguas vía WhatsApp mientras las veían por la televisión. Hablaba por hablar, movida por la preocupación y por su necesidad innata de proteger a su mejor amiga, seguro.

Le vibró el móvil en el bolso y lo consultó, la sonrisa le salió automática, porque era un mensaje de Jessie, justo a tiempo para volatilizar aquella desagradable sensación a golpe de caracteres. Aquel «verás lo que hay…» se quedó obsoleto de repente.

«Jessie»

En línea

JESSIE: Me he puesto tu foto de fondo de pantalla.

JESSIE: Algunos de mis compañeros la han visto y están convulsionando en el suelo.

JESSIE: Dicen que no puedes ser real.

JESSIE: Pensé que a tu gigantesco ego le gustaría saberlo.

Y aquello era justo lo que necesitaba oír para poder disfrutar de la noche. Aquel «dicen que no puedes ser real» sonaba como un eco remoto de las palabras de Gail, y le llegaba desde la lejana California recordándole que Jessie estaba al otro lado de todo aquello, compartiendo su mismo salto de fe.

Porque, modestia aparte, ella también podría haberse pasado aquellos meses follando con la mitad de Seattle y, aun así, había preferido dejarse llevar por ella de aquella forma, maldita sea. Que Gail no lo hubiese tenido en consideración durante su alegato le indignaba un poco, la verdad. Su amiga es que, a veces, hablaba muy alegremente.

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El Trinity estaba lleno, lo normal en un sábado por la noche, y ella esperaba su consumición apoyada en la barra apretujada entre Gail y un chico de uno noventa con camisa naranja y pantalones a juego.

—En un mundo posapocalíptico donde las hortalizas han mutado y dominan la Tierra, dos chicas esperan sus copas en la barra de un club nocturno —bromeaba la morena.

—Cállate, ¿quieres? Te va a oír.

—Alison, relájate, todo el mundo sabe que las zanahorias gigantes no tienen oídos —la tranquilizó al tiempo que se inclinaba sobre la barra para llamar la atención del camarero.

—Vas a ir al infierno, ¿lo sabes?

—Lo supongo, pero no tengo la certeza absoluta —reconoció mientras consultaba distraídamente su teléfono móvil—. Morgan dice que va a llegar un poco tarde.

—¿Morgan viene?

—Claro que viene Morgan, eso ocultaba mi críptico mensaje de «Morgan viene esta noche y te tiene muchas ganas» que te he mandado a WhatsApp —reveló tecleando una respuesta en su móvil.

—Tu críptico mensaje nunca llegó a mi teléfono.

—Seguro que sí, pero estarías demasiado ocupada babeando con fotos de Jessie como para dignarte a leerlo. Mira… —Quiso demostrárselo abriendo su conversación y frunció el ceño—. Oh, mierda, se lo he mandado a mi madre y me ha contestado: «Papá y yo salimos con los Thompson. Tenéis pastel de carne en la nevera. Dile que lo siento y que la conoceré otro día».

—Gail, de verdad, no estoy interesada en ella.

—Pues se queda en coma profundo cada vez que vas a su clase de body combat. Vas a darle un disgusto, te lo advierto.

Malditas clases de body combat y maldita Gail por no querer aceptarla en su grupo, tendría que ir pensándose el cambiar de gimnasio, pero es que en el que trabajaba su amiga le hacían descuento. Por fin consiguieron las bebidas y ella dio un sorbo a su vaso mientras paseaba la mirada por el abarrotado local, moviéndose ligeramente al ritmo de la música. Tenía ganas de salir a bailar, pero antes quería apurar su bebida. Había demasiada gente como para que no terminaran tirándosela por encima del vestido si se arriesgaba a internarse con ella en la pista.

—No tienes que hacer nada con Morgan si no quieres —Gail levantó la voz junto a su oído.

—Vaya, gracias.

—Pero si no quieres por Jessie, piénsatelo otra vez —dijo y ella tensó la mandíbula al escucharla—. Sé que Morgan te gusta, Carter. El año pasado te lo pasaste entero en la elíptica con vistas a su clase y si no hiciste nada fue porque estabas con Brook. Ahora no estás con nadie.

«Ahora no estás con nadie».

Y eso era lo complicado. Eso mismo. Porque era verdad, pero no lo sentía así. Jessie y ella se habían dado aquellos seis meses como prueba para conocerse, sin ataduras y sin presiones, sin obligaciones ni compromisos explícitos de ningún tipo, pero es que poco a poco los implícitos habían ido ganando terreno. Avanzaban a un ritmo constante, con cada «me gustas mucho» y «me muero por verte» se perdía un poco más en ella. Últimamente se había dado cuenta de que ya ni divisaba la salida a lo lejos, pero no sabría decir en qué momento la perdió de vista.

—Ahora no estoy con nadie, pero en dos semanas quiero estar con ella.

Gail suspiró ante su declaración de intenciones, paseando la mirada por la pista de baile, como dejándolo reposar antes de decidirse a darle una respuesta.

—Joder, como te haga daño va a arrepentirse de verdad. Te lo juro.

Ella sonrió al escucharla, porque sabía que lo decía muy en serio y su lado protector le tocaba la fibra sensible.

—¿Vamos a bailar? —sugirió dejando el ron con cola sobre la barra. No tenía paciencia para terminarlo y aquella canción era de sus favoritas.

No esperó su respuesta y le tiró de la mano sin encontrar resistencia. Se abrió paso entre la gente arrastrando a la morena tras ella y las dos acabaron en mitad de la pista cara a cara y moviéndose al ritmo de la música. Gail bailaba muy bien, un regalo para la vista, desde una perspectiva meramente artística y muy poco sexual, porque la conocía desde los once y ambas habían ido directas a la zona de amigas de la otra desde el principio. Le encantaba salir a bailar con ella, llevaban años haciéndolo y se compenetraban a la perfección. Estaba segura de que podrían arrasar en todos los concursos de baile conocidos por el ser humano y en cualquier categoría, pero no eran ambiciosas y simplemente bailaban por diversión, sin fines lucrativos de ningún tipo. Dejó que la morena la acercara a ella tomándola por las caderas e imitó sus movimientos.

Cinco o seis canciones después, al mirar por encima del hombro de Gail, localizó a Morgan acercándose a ellas entre el gentío y, en cuanto sus miradas conectaron, la castaña le sonrió. Y lo hizo de aquella manera en que sonreía a todos los asistentes a su clase de body combat, la que los mantenía acudiendo al gimnasio día tras día a pesar de las agujetas. Si tenía que ser sincera, aquel gesto era así de alucinante.

No era ningún secreto que, en el Zum Fitness, más de la mitad de la clientela estaba el doble de interesada en las monitoras que en perder calorías. Allá cada cual con su motivación. Porque no era uno de los gimnasios con mayor clientela de Seattle por nada y los monitores deberían llevarse comisión. Y, de hecho, sospechaba que se la llevaban. La cara más oscura y erótica de la vida sana. A Gail le vendría de miedo para su autoestima si le hiciera falta, pero es que cada vez que respiraba, además de dióxido de carbono, la morena eliminaba «mira qué cuerpo» y «qué buena estoy» al por mayor y por overbooking en su organismo. A su amiga le sobraba ego y no sabía qué más hacer con él, así que lo sudaba mientras sonreía a los usuarios marcando tendencia y bajando ropa interior a distancia y sin tener que tocar. Era un don unisex, porque las babas del suelo de su clase no entendían de género.

Le devolvió la sonrisa a Morgan por pura educación y porque Gail tenía un poco de razón en eso de que su compañera de trabajo le llamaba la atención. A ella y a todos, la verdad. Aunque en aquellos precisos momentos de su vida no le interesase por razones externas con ojos verdes y sonrisa bonita, tenía que admitir que era una chica increíblemente atractiva.

La castaña saludó a Gail primero, con un abrazo y un beso en la mejilla, y después centró su atención en ella, con mucho más detenimiento, como si fuese la que en realidad le interesaba. Morgan aprovechó el empujón de una chica que bailaba demasiado cerca para recortar distancias y terminar prácticamente pegada a ella y con la boca junto a su oído, sonrió disculpándose y le quedó bien y todo. La falta de espacio era la justificación perfecta.

—Ey, Alison, no te vi ayer en clase.

Su monitora alzó la voz para hacerse oír por encima del estruendo de la música, su aliento le hizo cosquillas en el oído y tan de cerca la chica olía de miedo. Se inclinó ligeramente hacia ella, para poder hablar junto a su oreja y aumentar las posibilidades de hacerse entender.

—Tuve que quedarme en el museo hasta tarde.

—Te eché de menos. El lunes tendrás que venir a dos seguidas, para compensar.

—Imposible, apenas aguanto una entera.

—Mentirosa, hace semanas que no te hago sudar —lo rebatió, y si no lo dijo con doble sentido, sonó precisamente a eso y su forma de observarla lo confirmaba. Le sostuvo la mirada y Morgan bajó la suya a sus labios—. ¿Quieres tomar algo?

—No, gracias, de momento estoy bien así.

Rechazó la invitación, porque estaba segura de que aquella propuesta incluía mucho más que una bebida gratis.

—Voy a por algo para mí. Si cambias de opinión, mi oferta seguirá en pie durante el resto de la noche —dijo regalándole una sonrisa de las deslumbrantes.

—Lo tendré en cuenta —aseguró devolviéndole el gesto.

Y, cuando la chica se alejó hacia la barra, ella aprovechó para darle un buen repaso, de arriba abajo, se le notaban las veinticinco horas semanales de body combat, y la forma en que le quedaban aquellos pantalones le recordaba que, algunas, llegaba a treinta. Madre mía. Y si realmente no estuviera con nadie, en el sentido más amplio de la palabra, seguro que le gritaría «Un ron con cola, y date prisa, por favor», bailaría con ella en modo «iniciando polvo en tres, dos, uno…» y se la llevaría a su casa o irían a la de ella, la que estuviera más cerca, porque en cuestión de camas no tenía preferencias. Siempre y cuando no fuesen de agua, claro, esas la mareaban a lo bestia.

—Tiene el culo casi tan firme como el mío —le confió la morena acercándose a su oído, mientras que ella continuaba observando a Morgan.

—Cállate y baila —le ordenó apartando la vista.

A los pocos segundos volvió a desviarla y se encontró con los ojos de Morgan fijos en ella, la observaba bailar con una expresión bastante reveladora en el rostro. Era evidente que a la monitora le gustaba lo que veía y, aunque a ella también, en el fondo se preguntaba cómo sería poder estar intercambiando miradas así de comprometidas con Jessie. ¿Cómo sería notar su aliento contra su oído? ¿Sentiría escalofríos cuando se le acercara más de la cuenta? Cuando la mirara directo a los ojos con aquel verde tan increíble.

Eso les faltaba. Dar el paso definitivo y descubrir si la parte más física era igual de alucinante que el resto. ¿Jessie cambiaría mucho en persona? ¿Lo haría ella?

«¿Y si en alguno de esos niveles dejamos de parecernos tan interesantes?».

¿Y si era Jessie quien perdía el interés?

Si al final aquel «Alison, me gustas mucho» había que conjugarlo diferente, en pasado y añadiéndole un «pero», iba a ser difícil de digerir, porque escuchárselo decir a través del teléfono se había convertido en uno de sus momentos favoritos del día. Al «despacio, Carter, date tiempo» le había hecho más bien poco caso y sus «me muero por verte» le estrujaban el corazón en el pecho de una manera muy poco cautelosa.

Cuando Morgan regresó con el vaso en la mano y comenzó a moverse frente a ella, se preguntó si al bailar de aquella forma con Jessie se le acelerarían las pulsaciones, al dibujar sus curvas con la mirada, sabiendo que podría tocarla con tan solo extender la mano. Y extenderla para comprobar si su pelo era increíblemente suave al tacto, deslizarla por su cuello y recorrer sus curvas mientras la acercaba a su cuerpo cada vez más. Perderse en el ritmo de la música y en aquellos ojos, en sus labios, y que la dejara sin aliento sin necesidad de tocarla siquiera.

Varias canciones más tarde, sintió cómo la mano de Morgan la sujetaba por la cadera desde atrás, y el calor de su cuerpo adhiriéndose a su espalda. Cerró los ojos, sin dejar de bailar, ¿cómo encajarían las manos de Jessie en sus caderas? ¿Alucinantemente bien? Cubrió con la suya la de Morgan cuando esta la deslizó para acariciar parte de su abdomen con la palma extendida y casi dejó de respirar al sentir el leve roce de sus labios en el cuello. La chica tanteaba el terreno y ella se dejaba tantear preguntándose si su cuerpo se activaría a golpe de movimiento al sentir a Jessie contra su espalda y su boca regalando besos húmedos a su cuello. Inclinó la cabeza hacia atrás, apoyándola en el hombro de la monitora, debía de ser más o menos de la misma altura que Jessie. Rozó su mejilla con la nariz, y no la veía, pero Morgan sonreía, seguro.

¿Sonreiría ella?

Llevó su mano hasta la nuca de la chica y la enredó en el pelo castaño, mucho más corto que el de Jessie, de modo que la retiró de allí y, justo en ese momento, Morgan la giró de forma firme, pero sin llegar a ser brusca. Cuando se encontraron cara a cara todo dejó de funcionar, porque sus ojos eran grises y sus labios demasiados finos. Su sonrisa no era igual y aquel tren de pensamiento descarriló sin remedio. Colocó ambas manos sobre el pecho de la monitora y la separó de ella suavemente.

—Lo siento… —Morgan se le adelantó, quitándole las palabras de la boca.

—No te preocupes… —la tranquilizó y buscó a su amiga con la vista, pero la morena había desaparecido de los alrededores—. Perdona, ¿puedes decirle a Gail que me he ido a casa?

—Alison… ¿estás bien? —La monitora hizo amago de seguirla, pero terminó sin moverse del sitio.

—Estoy bien. Nos vemos el lunes.

Dio media vuelta y se abrió paso entre la gente, directa a la salida.

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—Joder… Jessie… —Soltó un gemido ronco mientras colaba su propia mano dentro de su ropa interior.

No llevaba nada más puesto, únicamente el conjunto de lencería que había elegido para aquella noche en el Trinity. El vestido lo había tirado al suelo sin ningún miramiento incluso antes de llamar a Jessie, y estaba arrodillada sobre el colchón de su cama con el teléfono en altavoz sobre la mesilla.

Mierda, Alison. Me estás poniendo muy cachonda. —Su protesta le llegó desde los baños públicos de un club de moda de Los Ángeles.

—Tócate —le sugirió al tiempo que comenzaba a acariciarse ella misma.

Prefiero tocarte a ti. —Aquel susurro mandó un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo con objetivo su bajo vientre—. No te imaginas las ganas que tengo de tocarte, Alison.

—¿Cómo lo harías?

Mierda, es que recordaba aquellas sensaciones en la pista de baile, las que se activaron al imaginar que Morgan era Jessie, y se notaba cada vez un poco más mojada. Sentía el roce de sus cuerpos, su aliento contra el oído, el calor de su mano sobre el vientre y sus suaves besos en el cuello mientras la música las envolvía a ambas y las luces bajas con destellos parpadeantes maquillaban su fantasía.

Me muero por tenerte encima.

Y aquella confesión le vino muy bien, porque ella se moría por tenerla debajo en aquellos mismos momentos, así que llevó sus caderas hacia el colchón y presionó ligeramente la mano contra su intimidad. Bufff… mataría por poder moverse sobre el abdomen desnudo de Jessie con aquel verde oscurecido observándola mientras lo hacía.

¿Estarías muy mojada?

—Podrías comprobarlo —musitó acariciándose entera. Y sí, estaba muy mojada.

Joder… ¿tienes puesta la ropa interior? —quiso saber y ella contestó con un «ajá» estrangulado—. Quítatela.

Y lo hizo, se lo quitó todo, desperdigándolo por el suelo de la habitación, y se colocó de nuevo sobre el colchón en la misma postura, pero de cara al cabecero de la cama esta vez. Se sujetó a él con una mano para conseguir mayor estabilidad.

Te colocaría sobre mí y acariciaría tu abdomen mientras siento lo mojada que estás…

—Mierda, Jessie. Sin preliminares. Estoy muy muy cachonda —la cortó con voz ronca y casi la escuchó aguantando el aire a través del altavoz del móvil—. Tócame ya.

Te ayudaría a moverte contra mi mano —accedió a aquel salto temporal sin protestar. Buena chica, Jessie—. Sujetándote por la cadera.

Cerró los ojos, dejándose inundar por aquella voz, y comenzó a moverse suavemente contra su mano mientras aseguraba su punto de anclaje en el cabecero de la cama. Se le escapó un gemido, porque la sensación causada por el vaivén de sus caderas la excitó un poco más.

Seguro que estás preciosa.