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Pedro Antonio de Alarcón

Viajes por España

Créditos

ISBN rústica: 978-84-9816-386-5.

ISBN ebook: 978-84-9897-091-3.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 9

La vida 9

Al señor don Mariano Vázquez 11

Una visita al Monasterio de Yuste 13

I 13

II 20

III 32

IV 40

Dos días en Salamanca 48

I. Discurso preliminar 48

II. De Madrid a Medina del Campo 52

III. En Medina del campo 54

IV. De Medina del Campo a Salamanca 56

V. Entrada en la ciudad. La calle de Zamora 59

VI. La plaza mayor. El corrillo de la hierba 62

VII. La Casa de las Conchas. Iglesias y Colegio de la Compañía de Jesús. Más iglesias y palacios 65

VIII. La Plaza de las Verduras. La frontera de Portugal. El rey de los Tíos. Un traje de charra. La Calle de la Rúa. La Universidad 73

IX. Las Dos Catedrales. El Convento de Santo Domingo. El Tormes. La Arcadia Salmantina. Una visita a la antigua Española 84

X. Barrios arruinados. El Colegio del arzobispo. Los estudiantes irlandeses. El Palacio de Monterrey. La casa de las muertes. El Convento de las Agustinas. Un cuadro de Rivera 96

XI. Último paseo. La Casa de la Salina. Doña Marta la Brava. La Torre del Clavero. Recapitulación 104

La Granadina 112

Capítulo I. La granadina como andaluza 115

Axioma 116

Capítulo II. Moros y cristianos 118

Axioma 118

Capítulo III. Triunfan los cristianos 120

Axioma 120

Capítulo IV. La granadina en el hogar doméstico 123

Axioma 123

Axioma 124

Axioma hasta cierto punto 125

Otro axioma 126

Nuevos axiomas 126

Capítulo V. Galería de granadinas 129

Axioma 133

Capítulo VI. La Emparedada 140

Capítulo VII. Conclusión y resumen 148

De Madrid a Santander 149

I 149

II 150

III 152

IV 153

V 155

VI 156

VII. Estreno de un ferrocarril. Catástrofe 159

Mi primer viaje a Toledo 162

El eclipse de Sol de 1860 167

Cuadro general de mis viajes por España 173

I. Explicación previa 173

II. Índice cronológico 174

Libros a la carta 187

Brevísima presentación

La vida

Alarcón, Pedro Antonio de (Guadix, Granada, 1833-Madrid, 1891). España.

Hizo periodismo y literatura. Su actividad antimonárquica lo llevó a participar en el grupo revolucionario granadino «la cuerda floja».

Intervino en un levantamiento liberal en Vicálvaro, en 1854, y —además de distribuir armas entre la población y ocupar el Ayuntamiento y la Capitanía general— fundó el periódico La Redención, con una actitud hostil al clero y al ejército. Tras el fracaso del levantamiento, se fue a Madrid y dirigió El Látigo, periódico de carácter satírico que se distinguió por sus ataques a la reina Isabel II.

Sus convicciones republicanas lo implicaron en un duelo que trastornó su vida, desde entonces adoptó posiciones conservadoras.

Al señor don Mariano Vázquez

Maestro de música, individuo de número de la Real Academia de Bellas Artes, comendador de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, y de número de la de Isabel la Católica.

Mi muy querido Mariano: Juntos hemos hecho, no solo algunos de los viajes que menciono en la presente obra, como el de Madrid a Toledo y el de El Escorial a Ávila, sino también el muy y más importante de la adolescencia hasta la vejez, pasando por los desiertos de la ambición...

Saliste tú de aquella metódica y bendita casa de la calle de Recogidas de Granada, en donde, puedo decir que sin maestro, aprendiste a interpretar las sublimes creaciones del Haydn español, o sea del maestro Palacios, del colosal Beethoven, del profundo Weber, del apasionado Schubert y de otros grandes compositores casi desconocidos entonces en nuestra Península; y salí yo de mi seminario eclesiástico de Guadix (fundado sobre las ruinas de un palacio moro), llevando en pugna dentro de mi agitado cerebro a santo Tomás y a Rousseau, a Job y a lord Byron, a fray Luis de León y a Balzac, a Savonarola y a Aben-Humeya...

Nuestro encuentro, hoy mismo hace treinta años, fue en la Alhambra... Allí estaban ya reunidos, soñando también con la gloria, los demás que de cerca o de lejos habían de acompañarnos en la peregrinación. Fernández Jiménez, Moreno Nieto, Castro y Serrano, Manuel del Palacio, tu pobre hermano Pepe, Antonio de la Cruz, Salvador de Salvador, Pérez Cossío, Soler, Pepe Luque, Moreno González, Pineda, e tanti altri, hoy ya viejos o muertos, levantaron el vuelo con nosotros o como nosotros, desde aquella deliciosa mansión, en que habíamos formado la célebre sociedad de La Cuerda, hasta las ingratas orillas del Manzanares, donde algunos seguimos viviendo juntos dos años más, bajo la denominación de Colonia Granadina... ¡Calle del Mesón de Paredes! ¡calle de los Caños! ¡fonda del Carmen, que ya no existes! ¡ventorrillos, ventas y posadas, en que tan pobre y alegremente pernoctamos durante nuestras primeras etapas por el mundo de las Letras, de las Artes, de las Ciencias o de la Política!... ¿Quién os dijera que muchos de aquellos locos mozuelos que tan dificultosamente pagaban el gasto diario y tan alborotada traían la vecindad, habían de convertirse en estas graves personas que hoy se complacen en recordar, como inverosímiles leyendas, o cual si refiriesen travesuras de sus propios hijos, aquellas graciosas cuanto inocentes calaveradas, no reñidas con el más asiduo y heroico trabajo?

En Dios y mi ánima te juro, reduciéndome a hablar de ti, Mariano mío, que cuando, hace poca tiempo, te veía dirigir con universal aplauso la orquesta del teatro Real, de donde mengua es de España que estés alijado y donde no has sido sustituido ni lo serás nunca; cuando escuchaba a insignes artistas nacionales y extranjeros ensalzar tu nombre sobre el de todos los que habían ocupado aquel verdadero trono de la Música, me regocijaba tu gloria cual si fuera mía, o por lo menos, de toda la Colonia Granadina, de 1854 a 1856, y que igual placer y ufanía siento cada vez que asisto a los grandes triunfos que sigues alcanzando como Director de la sabia Sociedad de Conciertos, admiración de propios y extraños...

Todas estas cosas, que nunca te he dicho privadamente, tenía ganas de decirte en público, y por eso y para eso te dedico este libro, en que varias veces te nombro y en que figuras como actor y parte. Mucho lamento no haber podido escribir en él nuestras visitas a Toledo y a Ávila tan extensamente como algunas otras de mis expediciones artísticas o poéticas; pero tú suplirás con tu buena memoria lo que yo omita al hacer mención de aquéllas, y volverás a reírte homéricamente al recordar al Tío Tereso de Toledo y al cicerone que solo tenía empeño en que viéramos la campana gorda de la Catedral, o bien cuando te representes en la imaginación aquella mañana deleitosísima en que, con tu hermano Paco, salimos a esperar a los arrieros que llevan de El Barco de Ávila a la estación de Ávila la rica uva que tanto se estima en Madrid, y nos comimos no sé cuántas libras por cabeza, al otro lado de la ciudad, recostados en una romancesca muralla de color de naranja marchita, dando cara a un paisaje verde y pedregoso, más activos y descuidados que a la presente, y con mucho, muchísimo menos luto en el alma...

Adiós, Mariano. Recibe con indulgencia este libro, y recibe también un abrazo fraternal de tu paisano, amigo y compañero de viaje,

Pedro

Madrid, 18 de enero de 1883