Entrevistas con

Aguilar Saldaña, Irene (profra.)

Acuña, Fernando

Aguilar, Tomás

Alcocer Cruz, Teresa

Alcocer, Dolores

Arellano, Lorenzo

Arias, Margarito

Arizmendi, Ernesto

Balcázar Garduño, Consuelo

Balcázar Garduño, Pedro

Balcázar, Jorge

Beltrán García, Floylán

Esquivel, Arturo

Estrada Pichardo, Jonás

Estrada, Arturo

Estrada, Valdemar

Estrada, Victoria

Fuentes Anieves, Leopoldo (méd.)

Garcés Arzate, Pascual

Garcés Cruz, Erasto

García Aguilar, Francisco (lic.)

García, Alfonso

García, Fernando (lic.)

Gómez Pérez, Ernesto

Gómez, Juvenal (dr.)

Gómez, Mucio

González, Petra

Gordillo, Héctor (lic.)

Guadarrama García, Esperanza

Guadarrama, Consuelo

Guadarrama, Graciano

Guadarrama, Rafael (prof.)

Guadarrama, Rodolfo

Hito, Ramón

Izquierdo Ocampo, Carlos

Izquierdo Valero, Sara

Jardón, Benito

López, Próspero

Martínez, Jaime

Mendoza, Marcos

Millán, Francisca

Mocino Sánchez, Vladimiro

Morales, Foligonio

Muriyama, Mario

Nava Tapía, José

Ortega López, Adriana

Pedroza, José

Rosales, Manuel

Saldaña, Marcial

Sánchez Arizmendi, María

Solís, Teresa de

Tapia, Horacio

Torres, Albino.

falsa

El Colegio Mexiquense, A. C.


Dr. Carlos F. Quintana Roldán

Presidente

Ing. José Antonio Álvarez Lobato

Encargado de la Secretaría General

Mtra. Gloria Guadarrama Sánchez

Coordinadora de Investigación

Portadilla

SIGLAS Y ACRÓNIMOS

aaa/cesu Archivo Aurelio Acevedo del Centro de Estudios sobre la Universidad de la Universidad Nacional Autónoma de México
ahem Archivo Histórico del Estado de México
afpecft Archivo y Fideicomiso Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca
amt Archivo Municipal de Tenancingo de Degollado
amvg Archivo Municipal de Villa Guerrero
amz Archivo Municipal de Zumpahuacan
ciesas Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
Colmex El Colegio de México, A.C.
Colmexiq El Colegio Mexiquense, A.C.
enah Escuela Nacional de Antropología e Historia
inah Instituto Nacional de Antropología e Historia
iteso Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente
ran Registro Agrario Nacional de la Secretaría de la Reforma Agraria
sra Secretaría de la Reforma Agraria
uaem Universidad Autónoma del Estado de México
uam Universidad Autónoma Metropolitana
uia Universidad Iberoamericana
unam Universidad Nacional Autónoma de México

Presentación

Pablo Castro Domingo, en Chayotes, burros y machetes, trata de responder a un problema de alcance general que, sin embargo, concreta en una realidad empírica delimitada y bien acotada. El problema general alude al impacto diferencial que reciben estructuras de poder subordinadas por parte de una estructura subordinante. La tentación del analista es fijar su atención sólo en la estructura mayor y hacer caso omiso de las estructuras menores como si éstas fueran iguales. Nuestro autor está atento, por el contrario, tanto a una como a las otras. Me atrevería a decir que hasta estudia estas últimas con una potente lupa para ver diferencias significativas en sus relaciones de poder.

La realidad espacial que analiza son tres municipios del sur del Estado de México: Tenancingo —chayotes—, Villa Guerrero —burros— y Zumpahuacan —machetes—; la temporal, el siglo xx dividido en tres cómodos y fácilmente justificados periodos. 1900-1940: finales del porfiriato, Revolución, Cristiada y reparto agrario; 1940-1970: la búsqueda de la paz, estructuración de la estabilidad política, intermediarismo, y 1970-2000: crisis y continuidad.

El libro aporta un conocimiento sustantivo sobre la evolución de las estructuras de poder de los tres municipios. Se trata de un trabajo minucioso, bien documentado, finamente analizado, que nos evita las fáciles generalizaciones que suelen hacerse a menudo cuando no se tiene la cantidad y calidad de datos que nos permiten ver las diferencias dentro de patrones comunes. Por otro lado, el material presentado es de tal calidad que nos incita a buscar comparaciones con otros municipios de otras regiones del país.

El planteamiento del problema de investigación está bien puesto y bien resuelto: se apoya básicamente en los postulados teóricos sobre el poder social de Richard Adams. La metodología, strictu sensu entendida, lleva al autor a identificar con precisión las unidades operantes que interactúan en cada uno de los municipios. Trata de identificar las bases del poder de cada una: los recursos significativos que controlan, incluidos los elementos culturales y simbólicos.

Las técnicas que empleó son las tradicionales de la antropología social: trabajo de campo en las comunidades y lo que éste conlleva de compenetración con la vida de sus habitantes, entrevistas, obtención de información documental de archivos y periódicos, etcétera.

Sobresale la coherencia y claridad en su texto. Va siguiendo, por ejemplo, los mismos periodos y analiza los mismos rubros sobre cada uno de los municipios de tal forma que va estableciendo una comparación entre ellos: no se pierde uno en la exposición.

¡Felicitaciones a Pablo Castro Domingo! El lector se llevará una agradable sorpresa con la lectura del libro, y lo disfrutará tanto o más que yo mismo.

Roberto Varela
uam-Iztapalapa.

introducción

Chayotes, burros y machetes nos remite a tres metáforas que utilizan los habitantes de las municipalidades de Tenancingo, Villa Guerrero y Zumpahuacan para marcar su sentido de pertenencia. El término chayote, en el sur del Estado de México, es una construcción simbólica con la cual se identifica a los tenancinguenses. En el pasado, los comerciantes que acudían a intercambiar sus productos a la plaza de Tenancingo —que desde el porfiriato se consolidó como el mercado regional más importante del sur de la entidad— empezaron a utilizar la palabra chayote como sinónimo de tenancinguense: justamente porque en los días de tianguis, en ese lugar se vendían esas verduras hervidas. Con el tiempo, los tenancinguenses adoptaron esa clasificación construida desde el exterior y, de hecho, en el presente se llaman a sí mismos chayotes. Al igual que el término chayote, la palabra burro se utilizó, en la misma área geográfica, para hacer referencia a los habitantes de la municipalidad de Villa Guerrero: debido a que dicho lugar se encontraba entre las minas de Sultepec y la ciudad de Toluca, a una jornada de camino de cada uno, y los arrieros que transportaban minerales y que transitaban por ese camino, se detenían con sus animales en los más de diez mesones que ahí había a descansar y a pasar la noche. Esta actividad, que en realidad no era desarrollada por los habitantes de Villa Guerrero, sirvió de referente para que personas desde el exterior construyeran una asociación simbólica entre los burros y los villaguerrerenses. Esa metáfora, estructurada fuera de Villa Guerrero, con el tiempo fue adoptada por los habitantes del municipio para establecer fronteras culturales en relación con otros pueblos. Finalmente, el término machete lo asocio al aguerrido pueblo de Zumpahuacan, porque los habitantes de este municipio han llegado a dirimir sus diferencias políticas con el argumento de las balas y los machetes. Esto ha contribuido a que en la región se construya una imagen de los zumpahuaqueños como personas violentas que omiten la razón cuando tienen que solucionar alguna diferencia.

Mapa 1
Localización de los sitios de estudio

1_Mapa1

En la presente investigación me he propuesto explicar las diferencias en el ejercicio del poder en las municipalidades de Tenancingo, Villa Guerrero y Zumpahuacan. Para tal empresa consideré necesario utilizar la ayuda de tres modelos teóricos: estructura de poder, cultura política y toma de decisiones. Con el primero pretendí dar cuenta de los condicionamientos materiales; con el segundo, del mundo subjetivo de las ideas, y con el tercero, de los contextos donde los actores y los grupos asumen posiciones. En concordancia con las expectativas de la investigación, diseñé una metodología que me permitió la construcción de los datos para la explicación del objeto de estudio. En este sentido, inicié con la aplicación de una entrevista semiestructurada para establecer redes sociales, procesos de intermediación, autonomía e influencia política, entre otros temas relacionados con el poder, en los tres municipios. Evidentemente, durante ese tiempo también realicé observación y una vasta recolección de información en periódicos locales y documentos autobiográficos. El análisis de los numerosos testimonios comenzó a mostrar algunas lagunas de información que de alguna forma intenté subsanar con datos de los archivos municipales de Tenancingo, Villa Guerrero y Zumpahuacan. La información obtenida en estos archivos me dio una idea clara de la expansión que había seguido la estructura de poder de la región; sin embargo, la misma era limitada para responder a la complejidad de mi problema de investigación. En mayo de 1999 me trasladé a la ciudad de México para consultar el ramo Dotación Ejidal en el Registro Agrario Nacional. En este lugar trabajé con los legajos de los ejidos que se crearon dentro los municipios para explicar el papel de las haciendas en la política local, así como su colapso y aparición de los ejidatarios. Durante el mes de junio del mismo año, me di a la tarea de trabajar el archivo Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca. En este maravilloso lugar, ubicado frente al parque España en la colonia Condesa, en la ciudad de México, revisé el fondo General Ávila Camacho y el Archivo Joaquín Amaro. En estos archivos obtuve información sobre la posición del gobierno federal en relación con el conflicto cristero. A finales del mes de junio, en medio de la huelga universitaria del Consejo General de Huelga, tuve la fortuna de trabajar en el fondo Aurelio Acevedo, en el Centro de Estudios sobre la Universidad de la máxima casa de estudios de nuestro país. En este archivo recolecté información sobre el conflicto entre la Iglesia y el Estado, y sobre la guerra cristera en el Estado de México. Entre julio y agosto me trasladé a la ciudad de Toluca para consultar el Archivo Histórico del Estado de México, donde trabajé con la colección Revolución Mexicana, justamente para tener información del conflicto armado, pero también del movimiento cristero en el estado.

Como resultado del trabajo de campo obtuve un mundo de información sobre las relaciones de poder en el sur del Estado de México, que se me presentó como un universo caótico, ausente de lógica y orden. Entre septiembre y diciembre de 1999, me encerré en casa para analizar la vasta información generada en las entrevistas y la consulta de los archivos, lo que me permitió construir un modelo sobre cómo quería estructurar mi libro. Durante los últimos meses de 1999 interrumpí el análisis de mi material para concursar por una plaza de profesor-investigador en la Facultad de Antropología de la Universidad de Quintana Roo, y por otra más en el Programa Interdisciplinario de Estudios sobre las Religiones de El Colegio Mexiquense, A.C. Para mi fortuna, gané las dos plazas y al final me decidí por la segunda. Yo sabía que esta decisión me alejaría un poco de la antropología; no obstante, las autoridades de esta institución me permitieron dedicarme de tiempo completo a la redacción de este trabajo, desde mi ingreso en enero de 2000 hasta junio del mismo año. De tal forma que esta tesis fue redactada durante seis meses, en medio del frío que envuelve a la ex hacienda de Santa Cruz de los Patos, en el municipio de Zinacantepec, a las faldas del Nevado de Toluca.

El libro se encuentra estructurado en cinco capítulos en los que intento explicar las diferencias en las relaciones de poder en los municipios de Tenancingo, Villa Guerrero y Zumpahuacan. En el capítulo i presento las ideas que guiaron mi investigación: la teoría de poder social de Richard N. Adams, la noción de cultura política desarrollada por Roberto Varela, y la noción del proceso de toma de decisiones. Siguiendo la teoría de Adams, en la presente tesis se establece la importancia del control de los recursos para la estructuración de las relaciones de dominación. Se considera, también, que el poder, a diferencia del control de los recursos, es una relación psico-social que se entabla entre individuos racionales. En consecuencia, el poder es concebido como la capacidad que tiene un actor social para influir en las voluntades de un segundo actor, con base en el control de los recursos energéticos significativos. Para entender cómo se construye socialmente la significación de los recursos, que posibilita entablar relaciones de poder, utilizo el modelo de cultura política desarrollado por Roberto Varela. Al igual que este notable antropólogo, en esta tesis se entiende por cultura política a la matriz consciente e inconsciente de símbolos y signos que portan conocimiento e información, sentimientos, valoraciones y utopías en relación con el ejercicio del poder. Con la aplicación de estos dos modelos pude tener un parámetro muy confiable para entender cómo operan los constreñimientos en el ejercicio del poder en el sur del Estado de México. Incluso, estuve ya en posibilidades de analizar las relaciones de poder en términos de flujos; sin embargo, aparecía como central la apropiación de la noción de dispositivos habituales desarrollada por Varela, para explorar cómo la cultura política condiciona el comportamiento político. Por tanto, el concepto de dispositivos habituales es otra de las herramientas necesarias para construir la explicación e interpretación de los procesos de toma de decisiones con base en los referentes simbólicos.

En el capítulo ii presento de forma sucinta las características generales del entorno ecológico y la expansión que ha experimentado la población de los municipios estudiados. Entiendo el entorno como un referente importante para el estudio de las relaciones de poder, justamente porque en éste encontramos recursos que pueden llegar a significar algo para alguien. Por tanto, presento una breve descripción de los recursos socialmente importantes para el ejercicio del poder. En cuanto a la población, la idea es mostrar cómo ha operado la expansión regional, porque considero que mientras más grande sea un asentamiento mayor será su complejidad estructural: de hecho, el crecimiento de la población, me parece, genera una notable presión sobre los recursos que incide en el incremento de demandas y conflictos sociales. En consecuencia, con el aumento de la población los costos energéticos para la organización se expanden notablemente. El análisis de la población, de acuerdo con lo anterior, arroja datos indispensables para entender la evolución en las relaciones de poder en el sur de la entidad.

En el capítulo iii analizo la evolución de las relaciones de poder en los tres municipios de 1900 a 1940: hago referencia a la estructura de las haciendas, el proceso revolucionario, la Cristiada y el reparto agrario. El análisis se inicia en los últimos años del siglo xix, para mostrar la importancia de las haciendas en la conformación de estructuras de poder y culturas políticas particulares. Se muestra, también, que los tres municipios ingresaron al siglo xx con diferencias en el ejercicio del poder: los chayotes tuvieron el municipio más integrado a los niveles superiores; le siguieron los burros y luego los machetes. Los chayotes y los burros estuvieron bajo la influencia de las haciendas, reproduciendo relaciones de poder muy asimétricas; en tanto que los machetes estuvieron al margen de estos dominios. La Revolución, obviamente, desintegró la organización de los tres municipios de la región: entre los chayotes y los burros la producción de trigo cayó radicalmente después de haber sido una de las regiones más importantes en ese renglón en la entidad. Entre los machetes, asimismo, la producción milpera experimentó un fuerte retroceso, luego de que la fuerte persecución en contra de los zapatistas obligó a un éxodo que desembocó en un fuerte proceso de desconcentración de poder, desintegración sociocultural e involución societal. Durante el conflicto cristero, nuevamente se desintegró la región, aunque no con los niveles alcanzados durante el conflicto revolucionario. Los chayotes y los machetes apoyaron a las fuerzas cristeras que, en efecto, motivaron las presiones del gobierno federal. Por su parte, los burros no apoyaron a los soldados de Cristo, pero la escasa presencia de las autoridades hizo del municipio presa fácil para los ataques cristeros. La Cristiada fue un evento importante en el área, donde la violencia de los powerless volvió a poner en serios aprietos tanto a las autoridades municipales como a las fuerzas militares. Se explica, también, cómo los procesos macroestructurales impactaron a la región; ciertamente lo hicieron, aunque de forma diferenciada. Las culturas políticas de muchos municipios por momentos convergieron en una misma trayectoria, pero en otros siguieron rutas diferentes: los chayotes, por ejemplo, generaron un fuerte rechazo a las fuerzas zapatistas, pero apoyaron a las fuerzas cristeras; los burros reaccionaron en oposición tanto a las fuerzas zapatistas como a los cristeros; y los machetes apoyaron tanto a los zapatistas de Morelos como a los soldados de Cristo rey. Obviamente, las estructuras de poder de los municipios tuvieron marcadas diferencias como consecuencia del control de los recursos energéticos. En Tenancingo, los éxitos en la producción de trigo posibilitaron una mayor concentración de poder e integración sociocultural; en Villa Guerrero, la producción triguera y el paso de las arrias mineras condicionaron la estructuración de una escasa integración y concentración de poder; finalmente, en Zumpahuacan la producción de milpas de temporal constriñó notablemente la integración y concentración de poder. El proceso agrarista, también, estuvo atravesado por grandes contradicciones que fueron moldeando las relaciones de poder en la región. Los chayotes y los burros, que se opusieron al movimiento zapatista, se vieron beneficiados con la dotación de tierras, mientras que los machetes, que apoyaron decididamente a las fuerzas zapatistas, fueron marginalmente beneficiados con la dotación ejidal.

En el capítulo iv analizo la evolución de las relaciones de poder en los mismos municipios de 1940 a 1970: examino la estructuración de la estabilidad política, la aparición de intermediarios políticos y el fortalecimiento paulatino de los ayuntamientos. En la década de los cuarenta, los chayotes experimentaron una importante expansión por la vía del comercio; los burros también tuvieron un notable repunte en su economía gracias a los cultivos de durazno y aguacate. En Villa Guerrero, además, un grupo de japoneses se instaló para producir flores: crisantemos, pompones y claveles. La floricultura desarrollada originalmente por los japoneses, con el tiempo se convirtió en la actividad económica rectora en el municipio; de hecho, a partir de la década de los noventa los burros pasaron a ser los productores de flor más importantes del país. Esta nueva actividad dio lugar al surgimiento de un grupo de personas con un alto poder adquisitivo y con capacidad de influir en las decisiones locales. Mientras tanto, en Zumpahuacan la violencia estaba tan extendida que para incidir en las voluntades se recurría habitualmente a las armas. Familias como los Morales y los García lograron concentrar mucho poder por medio de la coerción, pero como no contaban con el consenso necesario para lograr una relativa estabilidad, así como aparecían también desaparecían. Sin embargo, su condición de brokers los puso en una situación favorable ante los ojos de las autoridades militares y municipales, pero también ante los ojos del pueblo. No obstante, en la medida en que operaban como tiranos, el pueblo se encargaba en desaparecerlos. En el capítulo se muestra cómo hacia la década de los setenta, los chayotes tenían el municipio más integrado de la región: sus autoridades poseían prestigio, la presencia de los partidos políticos era marginal, sus intermediarios políticos ejercían una fuerte influencia en las decisiones y sus expectativas de desarrollo iban en aumento. Los burros, por su parte, contaban con un municipio relativamente integrado: sus autoridades habían logrado concentrar un poder muy limitado, sus intermediarios ejercían gran influencia en las decisiones locales y sus anhelos de cambio se fueron incrementando. En tanto, Zumpahuacan era el municipio más desintegrado, con una presencia marginal de los partidos políticos, con intermediarios que podían llegar a operar como déspotas y con grandes anhelos de terminar con la violencia e iniciar el desarrollo.

En el capítulo v describo la evolución en las relaciones de poder en la misma área geográfica de 1970 a 2000: se presenta la consolidación de los ayuntamientos como los nuevos centros de gravedad para tomar las decisiones, el impacto de las empresas floricultoras, la reactivación de la participación política y la desconcentración de poder que experimentaron los ayuntamientos en la segunda mitad de la década de los noventa. En este periodo se dio en la región el boom de la floricultura, hubo una expansión comercial más acelerada y se fortalecieron los ayuntamientos como resultado de mayores partidas presupuestales. Para la década de los setenta, los chayotes empezaron a generar más obras de infraestructura con recursos que recibía el ayuntamiento tanto del estado como de la federación; sin embargo, los habitantes dejaron de participar en la vida política municipal. Además, los partidos políticos pasaron a ser los centros de decisiones más importantes para la designación de los candidatos a funcionarios y, en consecuencia, la participación de las facciones y cliques políticas se incrementó al interior de estas instituciones. La cultura política de los chayotes fue resintiendo estos cambios y se transformó como respuesta a las nuevas condiciones del municipio: las autoridades municipales fueron valoradas en términos negativos, las demandas se incrementaron y los anhelos de mejores condiciones de vida fueron en aumento. En este capítulo se narra cómo los burros pasaron a ser los floricultores más importantes del país hacia los años ochenta. Esta nueva actividad generó unos burros muy poderosos, pero el ayuntamiento, si bien incrementó su presupuesto, continuó con fuertes limitaciones para responder a las demandas de la población. Los partidos políticos se convirtieron en los centros de decisiones más significativos para la designación de las nuevas autoridades y, como entre los chayotes, en Villa Guerrero la participación de cuasi-grupos y cliques se incrementó dentro de estas instituciones. No obstante, como en el caso de Tenancingo, en Villa Guerrero la participación de los burros en los comités pro obras prácticamente desapareció. La cultura política de los burros, como es obvio, experimentó notables transformaciones: se incrementó el número de demandas, las autoridades fueron seriamente cuestionadas, y los anhelos de la población se objetivaron en una interesante alternancia partidaria. Asimismo, en este capítulo se muestra cómo en el municipio de Zumpahuacan se instalaron empresas floricultoras que, por supuesto, incidieron en el cambio cultural. El municipio se fue integrando a niveles superiores, los partidos políticos pasaron a ser los centros de decisiones más relevantes para la designación de candidatos a funcionarios locales, el ayuntamiento se consolidó como la unidad operante que concentró más poder, la participación por obras desapareció, la participación de las facciones en los partidos políticos se incrementó, y en la cultura política surgieron expectativas que proyectaban nuevas formas de organización. De igual manera, se muestra cómo Tenancingo continuó teniendo el ayuntamiento más robusto; pero se establece también cómo los burros, gracias a la floricultura, llegaron a ser los habitantes que ejercieron mayor influencia en sus autoridades. En este capítulo se apunta, de hecho, que Villa Guerrero logró la integración más sólida de la región, gracias a los fuertes vínculos de las empresas agroindustriales con el gobierno federal y con otros países. En contraste, se muestra a Zumpahuacan como el municipio menos integrado de la región, con altos niveles de corrupción y grandes atrasos sociales.

Finalmente, en las Conclusiones presento una comparación diacrónica sobre las relaciones de poder de los tres municipios.

PRIMERA PARTE

LAS REDES DEL PODER LOCAL

1_Parte1

CAPÍTULO I

CULTURA Y PODER

El área que me propuse estudiar presentó una serie de problemas de investigación relevantes para el conocimiento de los procesos sociales en sociedades complejas. En las municipalidades de la zona de mi interés, los grupos o los actores sociales han desarrollado diferentes formas de controlar los recursos significativos para la redefinición de la toma de decisiones. Ahora bien, ¿por qué escogí esta área y no otra, o por qué tres municipios y no los 124 del Estado de México? Fundamentalmente, porque con base en cierta información que logré recopilar, luego de algunos sondeos, consideré que esta región del estado, y no otra, había estado bajo la presencia homogénea de una serie de procesos macroestructurales que sin embargo tuvieron un impacto diferenciado en cada uno de los municipios. Por esto consideré que si bien estos municipios no representaban en términos numéricos una parte significativa de la entidad, sí presentaban influencias importantes de procesos que fueron centrales en la conformación del sistema político mexicano.

Problema de investigación

La investigación que he desarrollado se halla inmersa en el campo de la antropología política en sociedades complejas, pues su objetivo central es la explicación de las relaciones de poder en tres municipios del sur del Estado de México, a saber: Tenancingo, Villa Guerrero y Zumpahuacan. Cabe señalar que estas municipalidades han compartido una serie de procesos macroestructurales que han constreñido sus relaciones de poder local; sin embargo, de esto no se desprende que posean una simetría dentro de sus estructuras de poder. Esta investigación, por ello, partirá de un análisis profundo de cada uno de los municipios para intentar una comparación que nos permita responder a un problema de carácter retrospectivo. Esto es, ¿por qué si los municipios de Tenancingo, Villa Guerrero y Zumpahuacan han sido impactados por los mismos procesos macroestructurales en su devenir histórico, y más aún, si éstos han estado inmersos dentro de un amplio conjunto de relaciones sociales, actualmente cuentan con importantes diferencias dentro de sus relaciones de poder?

Hipótesis de trabajo

Con base en la información que logré obtener en algunos sondeos previos al trabajo de campo, detecté que en los municipios de Tenancingo, Villa Guerrero y Zumpahuacan actualmente se presentan diferencias notables en cuanto a las formas como se ha ejercido el poder. Esto es, no obstante que los tres municipios han compartido una serie de procesos globales, su impacto diferencial ha generado procesos también distintos de toma de decisiones en cada municipio. Esto quiere decir que si bien los procesos macroestructurales tienden a imprimir cierta homogeneidad económica, política y hasta cultural en las regiones, no por ello dejan de tener un impacto diferenciado en las mismas. Ahora bien, considero que en la región la falta de recursos ha sido compatible con el proceso de asignación de poder y con los fenómenos de escapismo político, participación política, clientelismo e intermediación, mientras que en los “tiempos de vacas gordas” o de abundancia de recursos el proceso de toma de decisiones se caracteriza por la delegación de poder y se ve acompañado de fenómenos tales como la relativa estabilidad y escasa participación política. Partiendo de lo anterior, creo que la Revolución y la Guerra Cristera fueron procesos que tendieron a homogeneizar a Tenancingo, Villa Guerrero y Zumpahuacan en cuanto a cómo se tomaban las decisiones. Por otra parte, el desarrollo de la floricultura en los tres municipios en las décadas de los años setenta y ochenta vino a contribuir a la particularización del ejercicio de poder.

Metodología

La posibilidad de presentar adecuadamente una cultura contextuada, otorgándole a cada aspecto de la vida social un énfasis apropiado, y aún más, una explicación de la misma que omita los detalles grotescos y arbitrarios, radica en una planeación que permita al analista construir una seria interpretación de otras realidades. Por ello fue necesario tener una clara idea del procedimiento de obtención de la información para comprobar las hipótesis de trabajo planteadas en esta investigación. Esta razón fue la que me llevó a plantear una estrategia para llevar a felices términos este estudio. A mi entender, para poder defender o refutar las hipótesis era indispensable analizar los procesos de control sobre los recursos, así como la expansión que había encaminado a una mayor complejidad de estas sociedades.

Ahora bien, con objeto de obtener la información para explicar las diferencias en el ejercicio del poder en los tres municipios, diseñé una estrategia metodológica que me permitió acceder a información de alta calidad por medio de documentos, entrevistas, observación y pláticas informales. En primer lugar, realicé entrevistas semiestructuradas; en segundo lugar, investigué en los tres archivos municipales, el fondo Aurelio Acevedo, el Archivo Histórico del Estado de México, el Registro Agrario Nacional y el Fideicomiso y Archivo Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca; y, en tercer lugar, recopilé documentos personales y periódicos de difusión local. En los dos tipos de fuentes encontré información sobre los comisariados ejidales, relaciones diádicas de amistad, cacicazgos, intermediación política, presencia de las autoridades de gobierno, clientelismo, influencia política por medio de los sacerdotes, influencia política de los líderes, organizaciones informales, partidos políticos, comités pro-obras, ejidatarios, asalariados agrícolas, comerciantes, floricultores, textileros, Confederación Nacional Campesina, magisterio, ideas políticas y creencias populares que me permitieron ir construyendo los datos para comprobar mis hipótesis sobre la especificidad del ejercicio del poder.

Propuesta teórica

En este apartado sólo estableceré la pertinencia y las bondades del modelo que utilizaré para explicar mi objeto de estudio. Utilizaré el modelo energético de Richard Adams, porque considero que es el más consistente y desarrollado. El trabajo de Adams se inscribe dentro de la teoría de sistemas abiertos y se fundamenta en la segunda ley de la termodinámica, en la ley de Lotka, en el principio de la selección natural y en las estructuras disipativas de Prigogine. Pero, ¿qué postulan cada uno de estos modelos y cómo los articula Adams?

La segunda ley de la termodinámica sostiene que:

  1. todos los cambios energéticos buscan una forma de equilibrio;
  2. estos procesos son unidireccionales e irreversibles;
  3. en toda conversión de energía, parte de la energía contenida en la estructura original se dispersa necesariamente en un estado de azar tal que se vuelve irrecuperable (entropía); y
  4. el universo es un agregado masivo de formas energéticas que tiende a agotarse.1

Otro de los pilares en el modelo de Adams es el principio de la selección natural de Darwin. Este principio postula que dada la amplia variedad de especies en expansión que tienen que sobrevivir en ambientes variados, las formas de vida menos aptas tendrán menos posibilidades para hacerlo.2

Ahora bien, Adams utilizó la ley de Lotka como puente entre los dos postulados arriba expuestos, pues este principio universal establece que: “los sistemas que captan más energía y en tanto ésta se encuentre en disponibilidad tendrán una ventaja selectiva natural sobre los demás y a expensas de ellos”.3 La ley de Lotka fue un elemento central para enlazar la segunda ley de la termodinámica con el principio de la selección natural; sin embargo, faltaba un elemento central para completar el modelo de Adams. Con la ley de Lotka estaba claro que había formas que utilizaban más energía y que ésta resultaba clave para subsistir frente a otras formas, pero con esto no se explicaba cómo habían surgido estas formas más complejas. En este contexto, el modelo de las estructuras disipativas de Prigogine fue fundamental para completar la propuesta de Adams. Pero, ¿qué son las estructuras disipativas de Prigogine?

Una estructura disipativa es una clase especial de estructura de insumo-producto (input-output). Es una estructura que está fuera de equilibrio y permanece en ese estado por su incapacidad de mantener un insumo-producto continuo que conserve en ese nivel. Para su comprensión es fundamental entender cómo surge o cómo logra mantenerse después. Emerge de un conjunto de circunstancias anteriores, que suelen involucrar estructuras disipativas previas, cuando aumenta el flujo de energía al sistema. Este aumento, dados los arreglos estructurales existentes, hace necesaria la aparición de fluctuaciones. Estas últimas, en cierto sentido, experimentos en la búsqueda de nuevas estructuras. Esas fluctuaciones persisten hasta que, como dice Prigogine, se produce un evento crítico. Éste es la aparición casual, en una fluctuación en particular, de un elemento autocatalítico. Este mecanismo, cuya aparición es esencialmente impredecible, sirve para asegurar el nuevo nivel de insumo-producto necesario para mantener a la fluctuación en ese punto del tiempo. Así, hay orden mediante la fluctuación, una forma de alcanzar un orden totalmente diferente del que puede describirse en términos de la dinámica o la termodinámica. La estructura disipativa es, por lo tanto, una estructura autoorganizada, que contiene en sí misma los elementos necesarios para mantenerse durante cierto periodo.4

Entre las características de particular importancia en estas estructuras figura el hecho de que su surgimiento específico seguirá una trayectoria esencialmente estocástica; es decir, una trayectoria que es en esencia indeterminística en ciertas coyunturas y nódulos (ya que su dirección depende de factores impredecibles de antemano). Además, al incrementarse la energía dentro de un sistema tal, Prigogine observó que, como característica, entraría éste en una fase de fluctuaciones y perturbaciones crecientes que, en algún momento, harían emerger un nuevo proceso ordenado, una nueva estructura disipativa. Estas estructuras disipativas son estructuras termodinámicas que no sólo crean entropía al crear producto, sino que también, constantemente toman insumos para mantenerse en su forma estructural particular. Una característica central de la estructura disipativa es que necesita un constante insumo de energía para mantenerse (de aquí se deriva el término “disipativa”; la falta de insumo provoca la disipación de la estructura). En el transcurso de su existencia, las estructuras disipativas manifiestan alguna condición homeostática; es decir, un estado constante.

Estos cuatro postulados universales, ¿de qué nos sirven para explicar las relaciones de poder en las sociedades humanas? Desde este modelo se considera que los esfuerzos de un hombre por ejercer influencia sobre otro son simplemente parte de un esfuerzo global encaminado a enfrentarse con el medio ambiente y controlarlo, a fin de hacer más efectivas sus posibilidades de supervivencia.5 En este sentido, las relaciones de poder se basan en el proceso de controlar los recursos ambientales con el fin último de la adaptación al medio. Pero, ¿qué es el control de los recursos? Cuando se habla de control del hombre, me refiero específicamente a su capacidad física y energética para reordenar los elementos de su medio ambiente, tanto en términos de sus posiciones físicas como de las conversiones y transformaciones energéticas a otras formas espacio-temporales. El hombre se adapta por medio del control. El desarrollo de una tecnología superior puede incrementar la efectividad del control y aumentar la capacidad del hombre para usar los elementos del medio. Dentro de este modelo, ¿qué es la tecnología? Son todos los intentos del hombre por cambiar y convertir elementos de su medio en objetos de uso.

Hasta aquí me he referido al mundo de los macroprocesos; éstos, sin embargo, son necesarios para que el modelo propuesto no se establezca en un vacío absurdo. Con base en lo anterior, consideré al poder como una relación psicosocial basada en el control de los recursos; pero, ¿qué significa esto? En este tipo de relaciones, el hombre manipula el medio ambiente, procurando que los demás concuerden racionalmente con lo que se desea para ellos. Cuando hace esto, no ejerce control directo sobre ellos; más bien está ejerciendo poder. El poder, a diferencia del control, presupone que el objeto posee capacidad de razonamiento y las suficientes dotes humanas para percibir y conocer. Sólo se puede ejercer poder cuando el objeto es capaz de decidir por sí mismo qué es lo que le conviene. Así, el poder es el proceso mediante el cual un actor, alterando o amenazando con alterar el ambiente de un segundo actor, logra influir a este último para que adopte una conducta determinada. El segundo actor decide, de manera racional e independiente, conformarse a los intereses del primer actor, ya que es conveniente para sus propios intereses.6 Con base en lo antes expuesto, en este modelo se establece una sólida tipología del poder, donde las formas más generales son el poder independiente y el poder dependiente. Esta tipología no es trivial, pues con ella se establece un parámetro para analizar la concentración y distribución de poder. El primer tipo se refiere al poder que ejercen los individuos con base en controles independientes; es decir, el ejercicio directo de un individuo sobre las formas energéticas. El segundo tipo se refiere a la toma de decisiones que ejerce un individuo o varios con base en el poder que un individuo o varios les ceden; es decir, quien toma las decisiones no tiene el control de los recursos. Este segundo tipo, a su vez, se subdivide en tres formas de ejercer el poder:

  1. el poder otorgado es el poder que un individuo le cede a otro para la toma de decisiones. En este proceso el individuo que cede poder no pierde el control de los recursos;
  2. el poder asignado es el poder que una colectividad le cede a un individuo para la toma de decisiones. En este proceso la colectividad no pierde el control de los recursos; y
  3. el poder delegado es cuando un individuo cede poder a una colectividad para la toma de decisiones. En este proceso el individuo que cede poder no pierde el control de los recursos.

Ahora, con este modelo se explica a los agregados humanos con base en la forma como ejercen el poder, y que se definen como unidades operantes. La unidad operante es un agregado humano que comparte una preocupación adaptativa respecto al medio. Como decía más arriba, estos agregados se distinguen por el tipo de poder que ejercen. Podemos encontrar tres tipos: unidades fragmentadas, unidades coordinadas y unidades centralizadas. Las primeras se caracterizan porque sus miembros ejercen poderes independientes por separado. Estas unidades fragmentadas a su vez se subdividen en unidades agregadas y unidades de identidad. Las primeras se constituyen por la reunión de individuos que manifiestan problemas adaptativos similares en un medio común. Los miembros operan por separado, sin ser conscientes de sus preocupaciones comunes; o, si lo son, no consideran que este hecho tenga ninguna consecuencia social o cultural. Ahora bien, si los agregados comienzan a reconocer los problemas que comparten, e identifican a ciertos individuos que tienen intereses en común y a otros que se diferencian por no tenerlos, la unidad cambia de carácter y se convierte en una unidad de identidad. Las unidades coordinadas se constituyen con el establecimiento de obligaciones recíprocas, de intercambio de bienes, de transacciones, de planificación con base en el comportamiento predecible de otros: así se introduce el primer conjunto de retroalimentaciones sistemáticas. En este segundo tipo de unidades operantes no hay una dirección centralizada, sino comportamientos coordinados; es decir, además de que existen poderes independientes de sus miembros, existe un poder dependiente: poder otorgado recíproco que obviamente no implica centralización de poder. Ni las unidades fragmentadas ni las unidades coordinadas pueden ser consideradas como estructuras disipativas porque carecen de un mecanismo autocatalítico que asegure la continuidad del insumoproducto. Las terceras se caracterizan por la presencia de un centro de decisiones colectivas, ya sea una persona o un grupo. Las unidades centralizadas se subdividen en unidades de consenso, unidades de mayoría y unidades corporadas. Las unidades de consenso tienen lugar cuando una unidad coordinada decide asignar su poder de toma de decisiones a una sola persona o a un subgrupo del conjunto. En la unidad de mayoría, el líder cuenta con cierto poder independiente, aunque éste puede aun perder el apoyo de la mayoría. El paso final para asegurarle cierta estabilidad en su posición consiste en proporcionarle una base de poder separada del poder asignado de los miembros del grupo. Por último, en las unidades corporadas el centro cuenta con tal cantidad de poder que tiene que delegarlo para poder ejercerlo: esta delegación no implica que el centro pierda el poder que transfiere.7

Si bien es necesario explicar por qué se agrupan las unidades sociales con base en la concentración del poder, para tener una clara visión de la estructura de poder será necesaria la ayuda de conceptos tales como niveles y dominios. Entre los primeros encontramos el nivel de articulación o la localización de las confrontaciones y de la cooperación real; en cierto sentido, es donde las personas o grupos se ubican en su propio nivel. Por ejemplo: los diversos miembros del gabinete de un gobierno pueden estar jerarquizados entre sí por la antigüedad o según la importancia de su despacho, pero en conjunto ocupan un mismo nivel de articulación dentro de la estructura de poder gubernamental. El nivel de integración se refiere a una simplificación pública y al ordenamiento de los niveles de integración. La familia, el barrio, la comunidad, la provincia, la nación y el mundo son un conjunto típico de niveles de integración de una nación compleja actual. Por otro lado, el concepto dominio será bastante útil para diferenciar a los actores y unidades operantes en términos de sus áreas relativas de control y del alcance relativo de poder. El dominio implica una relación vertical entre subordinante y subordinado. Existen dos tipos de dominio: el unitario y el múltiple. En el primero, los miembros de niveles inferiores existen básicamente dentro de un monopolio de poder mantenido por un solo nivel superior. En el segundo, los individuos de un nivel inferior tienen acceso al poder de más de una unidad en los niveles superiores.

En su teoría, Adams ha tratado de explicar el papel que juegan los individuos dentro del sistema.8 Según él, el estudio de los individuos será central en el análisis social, porque éste se relaciona directamente con la supervivencia y la desaparición. Él entiende que la supervivencia de un individuo se refiere comúnmente al mantenimiento de un abastecimiento bioquímico suficiente y a la inhibición de perturbaciones destructivas. En este sentido, Adams señala que desde una perspectiva evolutiva los procesos sociales se perciben como mecanismos que promueven los intereses de ciertos individuos.

Ahora bien, Adams considera que la toma de decisiones es un proceso donde los individuos proyectan sus modelos de cómo debe ser la sociedad y que potencialmente será objeto de la selección natural. Él entiende que los individuos deciden entre una gama de alternativas y eligen la que consideran más pertinente para favorecer sus intereses principales. Siguiendo esta lógica, en su modelo los individuos son tratados como un producto de la selección natural. Según Adams, los individuos definen su supervivencia en términos de imágenes o modelos que ellos construyen, aunque esto no quiere decir que cada individuo construya sus modelos independientemente de los demás. De hecho, para Adams un modelo que buscara explicar la realidad social por la sola vía del interés personal estará condenado al fracaso. Más aún, señala con toda claridad que el analista no debería considerar la toma de decisiones de los individuos como si estas elecciones fueran sabias, correctas y exitosas, porque existen procesos más globales, como la selección natural que en una situación concreta de toma de decisiones podría determinar que las elecciones tomadas no fuesen las más adecuadas.

Para Adams, todas las organizaciones sociales sirven a intereses individuales, pero él distingue dos tipos: los vehículos sociales de supervivencia y las agencias. Los primeros se refieren a las organizaciones sociales que sirven a intereses de los miembros, mientras que las segundas sirven a los intereses de otros. Adams explica que los vehículos sociales de supervivencia extienden las capacidades somáticas y mentales de los individuos para conseguir que otros realicen el trabajo por ellos. Esto es, los vehículos, al igual que una herramienta, son una extensión de la mano y el brazo; así, la unidad doméstica, el club y el Estado, entre otros, son una extensión de la capacidad del individuo para conseguir que se hagan las cosas por medio de los actos de los demás. Adams considera que los vehículos de supervivencia, como cualquier organización social, están sujetos a la regulación, ya sea por medio del consenso entre los miembros o de una decisión centralizada. Ahora, del total del tiempo que emplean los miembros en los asuntos de un vehículo, una cantidad se dedica a la regulación, ordenamiento y toma de decisiones en general. Finalmente, los vehículos políticos de supervivencia, según Adams, buscan la adaptación de los individuos en un medio determinado, porque de no ser así, éstos serán reemplazados por otros que muestren un funcionamiento óptimo.

Pues bien, dado que los actores sociales son quienes toman posiciones y decisiones en el mundo de la política, en esta investigación introduciré el concepto de dispositivos habituales que Roberto Varela importara de la filosofía escolástica a la antropología política. Los dispositivos no son otra cosa que comportamientos habituales, no casuales, que encuentran su sustento en condiciones materiales dadas.9