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© Plutón Ediciones X, s. l., 2020

Traducción: Celia Akram

Diseño de cubierta y maquetación: Saul Rojas

Edita: Plutón Ediciones X, s. l.,

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Impreso en España / Printed in Spain

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I.S.B.N: 978-84-18211-38-6

Estudio Preliminar

El conde de Montecristo es una de las novelas de aventuras más famosas de todos los tiempos. Escrita por el autor francés Alexandre Dumas (1802-1870), la novela fue terminada en 1844 y publicada de forma serial entre agosto de ese mismo año y enero de 1846 en el periódico Journal des debats. Su primera aparición como libro ocurrió también durante 1846, en París, después que varias versiones ilegales y copiadas se encargaran de reunir por primera vez el texto en un solo volumen. El conde de Montecristo fue un fenómeno comercial al momento de su publicación, gracias en parte a la acogida de otra novela reciente de Dumas, Los tres mosqueteros (1844). Los lectores franceses estaban listos para seguir devorando el estilo fresco y aventurero del autor, las historias complejas y dramáticas, pero indiscutiblemente enraizadas en la realidad y memoria colectiva del país, la naturalidad de sus diálogos y muchas cosas más que hicieron de la mayoría de la prosa de Dumas un éxito de ventas durante su vida, incluso hasta nuestros días.

La novela narra la vida de Edmundo Dantés desde que fue apresado injustamente en el castillo de If por un falso cargo de traición, hasta que regresa años después, convertido en el conde de Montecristo, para ejercer su venganza sobre aquellos que destruyeron su vida.

Dantés era el primer oficial a bordo de El Faraón, una fragata de la marina mercante, quien regresaba a Marsella para contraer matrimonio con su prometida, Mercedes. Allí fue víctima de una conspiración en la que lo acusan de Bonapartista, en un momento histórico en que serlo significaba traición y cárcel. Francia vivía la Restauración Borbónica y con el regreso de la familia real, cualquier nexo con Napoleón Bonaparte era prohibido y perseguido. Dantés fue incriminado por tres hombres: Fernando Mondego, primo y enamorado de Mercedes y celoso por la futura boda; Danglars, colega de Dantés y envidioso del vertiginoso ascenso del mismo en la tripulación de El Faraón; y Caderousse, borracho y vecino de Edmundo que se mantiene silente ante la acusación. Dantés es puesto en prisión y seis años después conoce al abate Faria, que durante ocho años más lo educa y lo ayuda a escapar. Faria le revela el secreto del tesoro de Montecristo con el cual Dantés financia su título nobiliario y su larga y minuciosa revancha.

La novela trata temas como la ceguera aristocrática, la ambición, el honor, los cambios de una época tumultuosa en la historia de Francia, la naturaleza del odio y el peso de la maldad sobre el alma humana. Es una ventana a un momento turbio de manipulaciones sociales y políticas, de intriga cortesana y de fascinación por lo exótico y lo desconocido, y sobre todo de lo que está dispuesto a hacer un hombre por rehacer su vida y restaurar su felicidad. Muchos de estos temas siguen vigentes hoy en día, y vistos a través de los ojos del lector moderno algunos de ellos son menos importantes que otros, pero la historia del conde de Montecristo sigue produciendo fascinación en la cultura popular por la inmortalidad de sus ideales sobre la justicia y el temple del ser humano.

El conde de Montecristo ha sido adaptada a todos los medios imaginables, como el cine, la televisión, novelas gráficas y hasta dibujos animados, y su estructura y modelo arquetípico ha sido utilizado por muchos autores a través del tiempo para narrar historias diferentes, pero que le deben mucho a las vicisitudes de Edmundo Dantés y su búsqueda de la justicia.

Vale la pena mencionar que Alexandre Dumas no trabajó solo en sus novelas más famosas, contó con la colaboración de Auguste Maquet, que sirvió de escritor fantasma e investigador, y El conde de Montecristo no fue la excepción. Maquet generaba un boceto de historia, el esqueleto de la estructura y detalles de la ubicación histórica y geográfica, y después Dumas procedía a “limpiar” y editar profundamente el texto con su prosa distendida, con personajes más o personajes menos, con diálogos vibrantes y otra serie de detalles que distinguían sus obras del resto de sus contemporáneos. El nombre de Maquet nunca figuró en los manuscritos y publicaciones, por recomendación del editor de Dumas, sin embargo, fue recompensado generosamente por su trabajo, y su relación laboral con Dumas le hizo un hombre pudiente. Hay varias conjeturas acerca de la necesidad de Alexandre Dumas de utilizar una figura como la de Maquet. Unos dicen que su vida social no le permitía el tiempo para dedicarse de lleno a la pre producción de sus obras, algunos piensan que el fuerte del autor era precisamente embellecer y mejorar las historias concebidas por otros autores, otros alegan que simplemente había perdido el fuego literario de su juventud y necesitaba de otros para mantener su reputación y estilo de vida. La verdad es que sean cuales fuesen las razones de Dumas, su genio personal y muy particular quedó innegablemente imbuido en su obra y dejó el legado de algunas de las novelas más importantes de todos los tiempos.