© Budismo empresarial

© Xavier Fornt Alsina

ISBN: 978-84-16882-85-4



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1ª edición: 2017



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EL ORIGEN DE LOS PROBLEMAS

Ya estamos convencidos de que en nuestra empresa los problemas existen.

Incluso, hemos sido capaces de hacer una lista de ellos.

Volvamos a aplicar la filosofía budista al mundo empresarial.

La Segunda Noble Verdad nos enseña que «el origen de los problemas surge del apego y de la avidez».

En el mundo empresarial puede ser también así.

Del apego a un cargo, a una función, a una persona.

De la avidez de obtener constantemente mejores resultados, objetivos más ambiciosos.

Los problemas empresariales casi siempre están ligados y tienen su origen en apegos y ambiciones personales, porque una empresa, como tal, no es sino una persona jurídica, una marca, una organización, una asociación, un letrero, un cartel.

Y la que toma decisiones no es la empresa, sino sus representantes o directivos.

Y los representantes y directivos son personas físicas.

Con sus apegos, sus avideces y sus ambiciones.

El primer apego, es el apego al yo. Y aquí debemos recordar que tú solo eres importante si los demás deciden que lo seas.

Muchas veces, estos apegos y avideces personales se encuentran ocultos tras algunos problemas que, aparentemente, nada tendrían que ver con ellos; se nos presentan como típicos problemas empresariales, pero en el fondo no lo son.

Por ejemplo, los problemas financieros.

Pero cuando los analizamos bien, con un pensamiento o determinación correctos, veremos que son derivados de una ambición excesiva por obtener mejores resultados, que nos acaban obligando a un endeudamiento excesivo.

En el fondo, el problema tiene su origen, pues, en una ambición personal desmesurada.

Otras veces, la raíz personal de los problemas es mucho más clara y fácil de detectar, como por ejemplo, la de los conflictos entre componentes de la empresa que tienen un apego excesivo al cargo y aceptan muy mal las propuestas de renovación, o una ambición excesiva por llegar a puestos directivos.

No hace falta decir lo importante que es llegar a determinar bien el origen de los problemas.

Y para ello, debemos volver a citar el Óctuple Sendero, y más concretamente el segundo de sus caminos, que nos induce al «recto pensamiento o determinación correctos».

En efecto, si somos capaces de reconocer o detectar un problema, pero no lo tratamos con el pensamiento o determinación correctos, tampoco podemos pretender encontrar la solución más apropiada para él.

Y es que los problemas no se originan solos ni crecen de la nada como por arte de magia. Los problemas, igual que las plantas, tienen una raíz, un origen, un motivo, generalmente como hemos visto, de carácter personal.

El pensamiento y determinación correctos a la hora de analizarlos, tal como nos enseña el segundo camino del Óctuple Sendero, es decisivo.

Y llega la hora de reflexionar nuevamente.

¿Dónde creemos que tiene su origen cada uno de los problemas que hemos sido capaces de detectar?

¿Es un problema de apegos excesivos?

¿Es un problema de ambiciones excesivas?

Una vez más, te pido reflexión, anotaciones importantes y que cierres el libro.

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CAPÍTULO 4